Matutina para Adolescentes, Martes 01 de Junio de 2021

Matutina para Adolescentes, Martes 01 de Junio de 2021

Teñido de azul

“El hijo sabio alegra a sus padres; el hijo necio los hace sufrir” (Prov. 10:1).

No recuerdo cómo se me ocurrió teñir a Sonny de azul. Le di vueltas a la idea durante semanas antes de decidirme. Lo que me facilitó la decisión fue que a Sonny, con su largo pelaje marrón, le gustaba el agua. No se resistía a jugar con el agua cada vez que se lo permitía, salpicando con sus patas todo el baño. Tampoco es que le gustara nadar, pero para ser un gato, era raro que le gustara tanto el agua. La cuestión era: ¿cómo hacerlo? El colorante que usábamos para pasteles no serviría para eso.

Pensé entonces en echarle tinte al agua, y me pareció que funcionaría. Yo apenas tenía diecisiete años, así que pensé que si no lo enjuagaba, el pelaje del gato se quedaría azul como el cielo. Facilísimo. Así que fui a una tienda para mascotas y compré tinte azul para pelo de animales. Unos días después, mientras mi madre estaba en el trabajo, me metí con el gato en el baño y cerré la puerta. Llené el lavamanos de agua tibia y le eché el tinte. El color que tomó el agua me pareció perfecto. Luego, cargué a Sonny y lo senté en el lavamanos. Metí sus patas en el agua y agité su esponjosa cola. Cuando terminamos, yo estaba empapada y Sonny triste e irritable. Lo envolví en una toalla y traté de secarlo, pero él me pateó con sus fuertes patas traseras. Cuando abrí la puerta, se me zafó y salió disparado. Salí persiguiéndolo. Nadie debía verlo todavía, al menos mientras parecía una rata chorreante.

Entonces, escuché a mi mamá alarmada: “¿Qué le pasó a Sonny?” Traté de explicarle, pero no me fue posible. Sus balbuceos se convirtieron en lágrimas y se fue sin querer escucharme. Verás, Sonny no era mi gato, sino el de ella.

Al anochecer, Sonny estaba totalmente azul. Afortunadamente, a las pocas semanas volvió a estar como siempre. No le tomó miedo al agua, ni se envenenó, ni se quemó (me comencé a preocupar por eso un poco tarde). Y mi madre me perdonó. La experiencia, afortunadamente, terminó bien: el pobre gato sobrevivió para contarlo. Pero aún me duele mucho haber hecho llorar a mi madre.

¿Cómo te sientes cuando otros sufren las consecuencias de tus actos? Si te duele, eso se llama arrepentimiento. Vas por buen camino; se trata de ir tomando cada vez más consciencia de cómo tus actos afectan a los demás y, de esa manera, cambiar.

Por cierto, Dios te perdonará.

PW

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