No mires lo que tú eres, mira lo que Dios es
“El enemigo te siembra dudas justo en aquello en que Dios quiere usarte”. Tamyra Horst
Cuenta la autora Tamyra Horst204 que, en una ocasión, asistió a un retiro de mujeres cuya oradora principal era Ginny Allen, una de sus predicadoras favoritas. Las presentaciones de Allen la ayudaron muchísimo, y ella quería decírselo. Sin embargo, pensó: “¿Por qué una gran oradora internacional como ella iba a detenerse a escuchar a alguien tan insignificante como yo?”. Así que decidió orar a Dios para que, si era la voluntad de él, le diera una oportunidad de hacerle saber a Allen cómo estaba siendo usada para marcar una diferencia.
El tiempo pasó, y Tamyra no encontró ocasión para hablarle a Allen. El último día del retiro, domingo por la mañana, Tamyra se levantó a las cinco para leer la Biblia y orar, y como su compañera de habitación aún dormía, se encerró en el baño. Allí, la asaltó un pensamiento: “Ve a sentarte al sofá del pasillo”. Pero rechazó la idea, pensando: “No puedo dejar que nadie me vea con este pelo revuelto, esta cara de recién levantada y estos lentes tan gruesos”. La impresión volvió a su mente una vez más: “Ve a leer al sofá del pasillo”. ¿Sería Dios que le estaba hablando? Imposible, pensó. Así que se quedó en el baño. Horas después, en su última presentación, Ginny Allen confesó: “Esta mañana, a las cinco, fui a sentarme al sofá del pasillo porque me sentía muy desanimada. Comencé a pedirle a Dios que me diera palabras de ánimo. Justo en ese momento, Dios envió a alguien que me dijo lo que necesitaba oír”.
“¡¡¡Esa tenía que haber sido yo!!!”, pensó Tamyra al darse cuenta de que Dios había intentado responder dos oraciones, la suya y la de Allen. Ella misma había bloqueado la respuesta por sus miedos y prejuicios. Y es que las mujeres tendemos a decirnos mensajes basados en prejuicios, temores, dudas, miedo al rechazo, sobregeneralizaciones y conclusiones erróneas sobre nosotras y los demás. Por esos pensamientos recurrentes nos suceden dos cosas: 1) nosotras mismas ponemos trabas al actuar de Dios y 2) nos incapacitamos para darnos cuenta de que él ya está obrando en nuestra vida.
La Biblia nos dice que todo lo podemos en Cristo, que es quien nos envía y nos capacita. Tamyra, en esta ocasión, no lo creyó; la mujer anónima que fue a sentarse al sofá del pasillo sí lo creyó. ¿Y tú? ¿Te dejarás usar por Dios sin prejuicios, sin miedos, sabedora de su poder? ¿O dejarás que tus inseguridades, complejos y tu miedo al ridículo sean más fuertes?
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13).
204 Tamyra Horst, Él es suficiente. Si Dios es todo lo que tienes, tienes todo lo que necesitas (Doral, Florida: IADPA, 2023), pp. 59-60.