Cada problema es una oportunidad
“Encuentra el bien y ensálzalo”. Alex Haley
Cuando una persona es agradecida, tiene dos perspectivas respecto a los problemas y dificultades de la vida: 1) Aunque vive un momento particular malo, puede ver el panorama completo, la vida como un todo, y situarse mentalmente en la confianza en Dios, que conoce el fin desde el principio y por tanto sabe lo que nos conviene; 2) puede convertirse en lo que la psicología moderna llama “buscador de beneficios”.
¿Qué es un buscador de beneficios? Es la persona que tiene la mente entrenada en buscar lo que le funciona en la vida, en el hábito de preguntarse ante cada situación: “¿Qué es lo positivo de esto? ¿Por qué necesitaba vivirlo? ¿Qué he aprendido aquí? ¿Soy una persona mejor gracias a haber atravesado esta vicisitud? ¿En qué he mejorado y cómo puedo beneficiar a otros?”. La buena noticia de hoy es que este hábito se puede adquirir y desarrollar con la ayuda de Dios si una se lo propone.
El agradecimiento se apoya en este hábito de buscar lo positivo, y no lo negativo, en todo lo que nos sucede. ¿La vida nos pone pruebas? Sí. Pero cuando he entendido el significado del agradecimiento soy capaz de transformar una situación negativa. Por ejemplo, pensemos en una persona del trabajo que me mira mal, me envidia, no le caigo bien… eso es un problema, y no pequeño. Si yo me bajo a la inmediatez con que esa persona me quiere tratar, le devolveré mal por mal; pero si yo vivo agradecida con la vida, entenderé esa relación como una oportunidad que Dios me da de mostrar su amor y practicar el perdón. Entonces podré pensar: “Señor, perdónala porque no sabe lo que hace” y acercarme a esa persona con auténtica libertad, sin cambiarle el trato, con amabilidad y verdadera cortesía, siendo así, con sencillez y sutileza, una luz para ella. De ese modo transformo mis relaciones con las personas que me rodean, porque tengo una personalidad abundante, agradecida con la vida, que nadie puede empequeñecer porque no se basa en lo bueno que hagan por mí, ni se termina por lo mal que otros me tratan. Deriva de mi relación con Dios, por tanto, es inquebrantable.
Si Dios me ha dado esta oportunidad de vivir aquí y de estar algún día allá, ¿por qué no ver todas mis vivencias como oportunidades de pasar esa misma bendición a los demás?
“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia” (Heb. 12:28).