Matutina para Mujeres, Viernes 18 de Junio de 2021

Matutina para Mujeres, Viernes 18 de Junio de 2021

Escuchar Matutina

Tu llanto transformado en risa

“Por la noche durará el lloro y a la mañana vendrá la alegría” (Sal. 30:5, RVR 95).

Recuerdo a aquella madre sumergida en una enorme tristeza. Uno de sus hijos había sido detenido por la policía por haber tomado parte en un robo junto a otros adolescentes. Su permanencia en un centro de rehabilitación para jóvenes infractores devastó a su madre pero, a pesar de eso, ella acudía sin falta para ver a su hijo fichado por las fuerzas del orden con apenas quince años de edad. 

Con la cabeza entre las manos, ella le preguntaba a Dios: “Señor, ¿qué es lo que hice mal?” Su hijo había sido presentado a Dios a los dos meses de nacido y lo habían recibido como miembro en el Departamento de Cuna de su iglesia local, donde inició su vida con Jesús, hasta que, al llegar a la ado­lescencia, fue seducido por las aventuras fuera de la ley de un grupo de ami­gos. Su madre había sembrado las semillas del bien en el corazón de su hijo y esperaba ansiosa que dieran frutos. Vivía en una espera activa, a veces inun­dada de lágrimas y a veces con un incipiente optimismo. En mis encuentros con ella, la pregunta que le hacía era siempre la misma: “¿Cómo va tu hijo?” Su respuesta era siempre: “Está en las manos de Dios”. 

Todos estamos en las manos de Dios: madres, hijos, nietos, esposos… Una madre de acuerdo al corazón de Dios no deja de orar por sus hijos cuando la grey que le fue dada se desvía del camino recto; ella continúa aman­do con amor incondicional al hijo que está perdido; ella sigue nutriendo sus fuerzas físicas, espirituales y emocionales abrevando de la fuente infinita que emana del corazón de Dios; ella sabe y confía en que el “que comenzó a hacer su buena obra en ustedes, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo regrese” (Fil. 1:6). 

Aquella mañana, la iglesia estaba en sus mejores galas. Un bebé iba a ser presentado al Señor. Miré con atención tratando de reconocer a los padres, y fue entonces cuando sentí el toque cálido en mi hombro acompañado de una vocecita emocionada que me dijo: “Es mi muchacho”. La miré asombra­da. Aquel adolescente rebelde era padre de un hermoso bebé, y asumía el compromiso de llevarlo a los pies de Jesús. 

Si alguno de tus amados se ha desviado del camino, está bien que llores, pero sigue confiando y clamando. Tu llanto de hoy se convertirá en alegría mañana.

Deja una respuesta