Matutina para Adultos | Viernes 07 de Febrero de 2025 | La oración y el contestador automático

Matutina para Adultos | Viernes 07 de Febrero de 2025 | La oración y el contestador automático

La oración y el contestador automático

«Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá, porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá» (Luc. 11:9-10).

Debo confesar que no me gusta nada «hablar» con máquinas. En particular, me gustan muy poco los contestadores automáticos. A veces me han hecho perder mucho tiempo y, lo que es peor, hasta la paciencia: «Lo sentimos, pero de momento todos nuestros agentes están ocupados atendiendo a otros clientes. Para agilizar su gestión, por favor, consulte nuestra página web o llame más tarde. Muchas gracias por su llamada».

Me alegra saber que Jesús promete que, en nuestras comunicaciones con el Cielo, al que llama se le responde. Y se le escucha siempre y de inmediato.

¿Imaginas estar orando y recibir del «contestador automático» del Cielo el siguiente mensaje? «Gracias por llamar a las Mansiones Celestes: Para peticiones, pulse 1. Para acciones de gracias, pulse 2. Para quejas, pulse 3. Para cualquier otro asunto, pulse 4».

O bien: » Por favor, manténgase en línea, su llamada será atendida en breve». O: «Estimado cliente, nuestros servicios informáticos señalan que usted lleva en línea más de cinco minutos. Por favor, cuelgue de inmediato y despeje la línea para no bloquear a otros usuarios». O bien: «Lo lamentamos, pero nuestras oficinas están cerradas todos los fines de semana. Sírvase llamar de lunes a viernes en el horario siguiente… ». Gracias a Dios, esto no sucede con nuestras oraciones. Desde la primera llamada siempre nos atiende y nos escucha (Sal. 94: 9). Cada vez que pedimos según su voluntad, él nos oye (1 Juan 5: 14). Y si nos equivocamos en alguna de nuestras peticiones, el Espíritu nos ayuda y nos enseña a «orar como conviene» (Rom. 8: 26). Gracias a Dios, podemos llamarle todas las veces que lo necesitamos y en cualquier momento (eso es lo que significa «Orad sin cesar» [1 Tes. 5: 17]).

Gracias a Dios, el Cielo nunca tiene la línea ocupada, y el Señor nos atiende siempre personalmente (1 Juan 5: 15). Nos trata de la forma más personal porque hasta conoce nuestro nombre (Isa. 43: 1). Además, sabe cuáles son nuestras necesidades antes de que se las expongamos (Mat. 6: 8).

Siguiendo el consejo de Jesús, deseo ponerme en comunicación con el Cielo, hoy y ahora. «Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público» (Mat. 6: 6).

La atención personal que Dios está dispuesto a prestarme en este momento es la mejor recompensa.

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