
¿Y si los herederos no llegan?
“Entonces Jesús se dio la vuelta y les dijo: ‘Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos. Pues vienen días cuando dirán: ”¡Dichosas las mujeres que no tienen hijos, los vientres que no dieron a luz y los pechos que no amamantaron!” ’ ” (Lucas 23:28-29).
“La reina infecunda” es el título con el que María Luisa pasó a la historia. Tras un matrimonio arreglado con motivos políticos, la princesa de París llegó al trono de España en contra de su voluntad. Como era bien sabido, el rey necesitaba un heredero, pero este no llegaba. Las murmuraciones acerca de que la reina se practicaba abortos hacían más grande su pena. A diez años de su estancia en España, enfermó y murió, sin dejar hijos para la corona. Más tarde se supo que el rey era impotente y él era la causa de que sus esposas no tuvieran hijos.12
La infertilidad puede herir sentimientos, pero hoy te diré que puedes disfrutar la vida y ser feliz. Sí, puedes disfrutar la vida y ser feliz. Mi esposo y yo hemos convivido por 15 años con la infertilidad y conozco matrimonios que, a pesar de todos los intentos, no pudieron procrear hijos pero decidieron vivir felices.
En una época en la que no tener hijos era considerado una maldición, justo antes de morir y terminar su ministerio en la Tierra, Jesús rompe ese paradigma y exclama “bienaventuradas” las estériles, los vientres que no concibieron y los pechos que no amamantaron. Si pudiéramos entrar en la mente de Jesús y ver el futuro como él lo vio, sin duda la angustia por la falta de un hijo menguaría. La presión que la sociedad suele ejercer sobre un matrimonio sin hijos puede ser cruel y desconsiderada. Según datos de la OMS, una de cada cuatro parejas tiene problemas para concebir.13 Por lo tanto, es un problema más común de lo que imaginamos.
Querida amiga, la buena noticia es que somos amadas y bendecidas por Dios, aun si no hemos podido traer hijos al mundo. No sientas vergüenza ni culpa. Junto a tu esposo, oren constantemente a Dios para que les muestre las grandes cosas que pueden hacer a favor del evangelio. Finalmente, María Luisa no fue enterrada en el panteón Real por no haber dado hijos que reinasen en España. Sin embargo, no importa que no seamos enterradas en cementerios de la realeza; lo hermoso es que tendremos un lugar especial en la patria celestial.