
Aparecerá, pronto aparecerá
“Hombres de Galilea —les dijeron—, ¿por qué están aquí parados, mirando al cielo? Jesús fue tomado de entre ustedes y llevado al cielo, ¡pero un día volverá del cielo de la misma manera en que lo vieron irse!” (Hechos 1:11).
Toda vez que salimos de casa y observo a “Kido” despedirme desde la reja, me pregunto: ¿Espera él mi regreso? Si por alguna razón yo no regresara a casa, ¿me seguiría esperando? Cada vez que, por gracia de Dios, hemos regresado a casa, se le puede ver corriendo de un lado a otro, demostrando su alegría por volver a vernos. Realmente hace una fiesta perruna. Al ver esta escena recuerdo a Hachiko, aquel perro que esperaba a su amado amigo, el profesor Hidesaburo, cada día, a la misma hora, en la puerta principal de la estación del tren de Shibuya, en Tokio. Cierto día, mientras el profesor impartía una clase en la universidad, sufrió una hemorragia cerebral que le causó la muerte, hecho que Hachiko nunca comprendió. Por eso, continuó esperando a su amigo en el mismo lugar, a la misma hora, durante nueve años hasta el día de su muerte.
A pesar de los datos que sabía sobre esta historia, tenía mis dudas sobre su veracidad. Sin embargo, hace poco vi las fotos de una de mis amigas posando junto al monumento de Hachiko que se encuentra en Japón y no tuve más dudas. Es verdad, existió un perro fiel que esperó con la convicción de que su amigo saldría por la puerta de la estación algún día.
Mientras escribo, me conmueve imaginar esta escena, ya que me remonta hasta aquel momento cuando un grupo de personas veían alejarse y perderse detrás de las nubes a su amado amigo y Maestro. Seguramente se preguntaban: ¿Cuándo regresará? En su misericordia, Dios envió a dos ángeles para que les dejaran una de las más grandes promesas que nos alcanzan hoy a ti y a mí: ¡Jesús regresará! Desde entonces, los amigos de Jesús, se preparaban para su regreso cada día y a cada momento. Pero no sucedió o, por lo menos, no en sus días. Ellos, al igual que Hachiko murieron mientras esperaban el regreso de su amigo.
Querida amiga, la buena noticia es que ese regreso está más cerca que ayer y, muy pronto, veremos a Jesús aparecer por la puerta de Orión. ¡Qué maravilloso será recibirlo! Sigue esperando con paciencia, ¡pronto aparecerá!