
Salvado por una pelota perdida
“Me hundí hasta el fondo de la tierra; ¡ya me sentía su eterno prisionero! Pero tú, Señor, mi Dios, me salvaste de la muerte” (Jon. 2:6)
En el registro bíblico, Dios se valió de los medios más inusuales para salvar a su pueblo: Un gran pez (Jon. 1:17), una quijada de asno fresca (Juec. 15:15), un puñado de harina (1 Rey. 17:12) y cuervos (1 Rey. 17:6). Pero las historias de objetos insólitos que salvan a personas no son exclusivas de la narrativa bíblica.
En 2022, un turista llamado Iván disfrutaba de la playa Myti en Grecia cuando una corriente submarina lo arrastró mar adentro. A pesar de que sus amigos notificaron a los salvavidas, estos, tras buscarlo extensamente en la zona, se rindieron y lo declararon como “desaparecido”.
Dieciocho horas más tarde, unos rescatistas lograron sacar a Iván del agua. Aunque se encontraba cansado y frío, estaba ileso y a salvo. ¿Cómo había conseguido sobrevivir tanto tiempo en el mar? Iván narró que, después de ser arrastrado por el mar, encontró una pelota de fútbol que le sirvió como flotador. La historia de Iván capturó la atención de inmediato, siendo difundida por varios medios de comunicación. Diversos noticieros y periódicos en Grecia publicaron una fotografía de Iván junto a su padre y en la que aparece también el alcalde de Kassandra y la pelota que le había salvado la vida.
La fotografía llamó la atención de una señora, que reconoció la pelota: ¡su hijo la había perdido en la playa diez días atrás! El mar había arrastrado la pelota a más de 130 kilómetros de distancia y ese “lamentable” suceso para el hijo de la mujer resultó ser la salvación en la vida de Iván.
La experiencia de Iván y la pelota de fútbol ilustra cómo lo que puede ser una “tragedia” o “pérdida” para una persona puede significar la salvación para otra. Quizás el ejemplo supremo de este fenómeno sea la salvación, que, aunque es un “don de Dios” (Efe. 2:8) para la humanidad, implicó el sacrificio de la vida de Jesucristo (Mat. 20:28). Así como Iván se aferró con todas sus fuerzas al balón que “encontró” en alta mar, si queremos sobrevivir en este turbulento mundo, lo mejor que podemos hacer es aferrarnos con todas nuestras fuerzas a Jesús, pues él es nuestro salvador.