Matutina para Jóvenes | Domingo 16 de Marzo de 2025 | La perla peregrina

Matutina para Jóvenes | Domingo 16 de Marzo de 2025 | La perla peregrina

La perla peregrina

“Te amo y eres ante mis ojos precioso y digno de honra”” (Isa. 43:4, NVI)

¿Has contemplado alguna vez una perla? Si has tenido la oportunidad, sabrás lo hermosas que son, ¡y pueden valer millones! Monarcas las incorporan en sus joyas, y algunas son reconocidas por características únicas, como su color, forma y tamaño. Posiblemente la perla más célebre sea “la perla peregrina”.

Esta piedra preciosa lleva su nombre, no por haber viajado mucho sino porque “peregrino” también significa “extraño”, “raro”, “especial”. Por eso también se le conoce como “la sola”. Esta perla posee una de las formas más extrañas, tiene forma de lágrima y según un documento de 1650 pesaba 58,5 quilates.

La “perla peregrina” fue hallada en las aguas del archipiélago de las perlas, en Panamá, durante el siglo XVI y pasó a ser propiedad de la realeza española, donde permaneció hasta 1808, año en el cual fue trasladada a París por José Bonaparte. Más tarde, cuando este perdió el trono, la llevó consigo a Estados Unidos, después la regresó a Europa, donde pasó por varios dueños hasta que el 23 de enero de 1969 fue subastada en Nueva York por 37,000 dólares. En 2011, Elizabeth Taylor la subastó por más de once millones de dólares. Esta perla, más allá de su carácter “peregrino” debido a su rareza, también lo es por los diversos lugares que ha visitado y la cantidad notable de propietarios que ha tenido.

¿Crees que haber pasado por tantos dueños o haber estado en tantos lugares disminuye el valor de la “perla peregrina”? ¡Claro que no! El valor de una perla es intrínseco. La perla vale por ser perla, no por su propietario ni por los lugares que ha visitado.

En el texto de hoy Dios te dice que eres precioso y valioso para él. No por tus posesiones, logros académicos, aspecto físico u otras características que tal vez poseas, sino porque él te ama, porque fuiste creado a su imagen y redimido por la preciosa sangre de Cristo. Esto confiere a cada ser humano un valor intrínseco e incalculable.

Hoy te invito a verte a través de los ojos de Dios. Al hacerlo, reconocerás el inmenso valor que posees. También advertirás que cada persona que comparte contigo este peregrinaje por la vida es una perla preciosa creada por Dios, con un valor incalculable y merecedora de todo nuestro respeto y cariño.

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