
Más allá
“Él […] puso además en la mente humana la idea de lo infinito” (Ecl. 3:11)
El escudo de la bandera de España presenta entre sus elementos dos columnas, una a cada lado, con una cinta roja que lleva la inscripción Plus Ultra. Esta expresión es la inversión de la antigua locución latina Non plus ultra, que, según la leyenda, Hércules había inscrito como advertencia para los marineros. Las Columnas de Hércules, ubicadas a ambos lados del Estrecho de Gibraltar, marcaban el límite del mundo conocido para los antiguos navegantes. Decían Non plus ultra, es decir, “No más allá”.
Como sabemos hoy, la historia de la navegación dio un giro cuando Cristóbal Colón emprendió su expedición a América. Los horizontes conocidos se ensancharon y la antigua frase Non plus ultra quedó obsoleta. De hecho, cuando el emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico asumió el reino en 1517, el escudo español ya decía: “Plus ultra”, o sea, “más allá” a manera de motivación a la innovación y la excelencia.
La ciencia ha establecido las barreras de lo que resulta humanamente alcanzable para cada generación. Sin embargo, siempre ha habido mentes inconformes e inquietas que han soñado con llegar más allá de los límites conocidos y han establecido nuevos paradigmas de lo que podemos lograr. El automóvil, el avión, el teléfono y la realidad virtual son ejemplos históricos de este desafío al status quo. Hoy tú puedes desafiar los límites conocidos y llegar más allá de lo que tus predecesores lo han hecho. Hoy puedes aspirar a la excelencia y la superación en cada ámbito de tu vida y cambiar la historia.
Independientemente de los logros que podamos acumular en esta vida, la Biblia señala que aún hay mucho más, hay metas que van más allá de lo que experimentamos en este mundo. En el versículo de hoy, Salomón menciona que Dios ha colocado “la idea de lo infinito” en el corazón humano.
Hay una realidad infinita más allá de lo concreto, tan cierta como lo que podemos ver con nuestros ojos. En el corazón de cada uno de nosotros arde el deseo de alcanzar lo infinito y ningún logro material puede satisfacer ese deseo. Solo la presencia de Dios, el Eterno, puede darnos plenitud. Hoy puedes conformarte con navegar en lo conocido o esforzarte por alcanzar lo que está más allá, “el premio celestial que Dios nos llama a recibir por medio de Cristo Jesús” (Fil. 3:14).