
«Fue en Antioquía donde por primera vez se les dio a los discípulos el nombre de cristianos» (Hech. 11:26)
No suelo seguir de cerca el mundo de la música contemporánea, pero incluso para aquellos que como yo no están muy atentos, es difícil ignorar el fenómeno musical y cultural que se ha convertido Taylor Swift. Esta joven, que comenzó su carrera en la música country, ha emergido en años recientes como la cantautora más reconocida a nivel mundial. Se estima que su gira «Eras» generará ganancias de 1.400 millones de dólares, y cada presentación de esta gira conlleva un gasto de hasta 5 mil millones de dólares en las ciudades anfitrionas. A finales de 2023, un oficial de la Reserva Federal de los Estados Unidos subrayó que Taylor Swift tuvo durante ese año un impacto positivo en la economía del país.
Pero lo que más llama la atención de Taylor Swift es la forma en la que ha logrado conectar con toda una generación de jóvenes que se identifican tanto con esta cantautora que los medios de comunicación los han llamado swifties. Los swifties no solo escuchan la música de Taylor, también asisten a sus conciertos, siguen su vida personal, comparten sus valores y la ven como un modelo a seguir.
Taylor Swift no es la primera persona en tener un grupo de seguidores que llevan su nombre, y
posiblemente tampoco sea la última. Durante el primer siglo de nuestra era existía la costumbre en el Imperio Romano de utilizar el nombre del líder para designar a los seguidores. Es así como encontramos registros de grupos llamados «pompeyanos», «agustinos» y «cesarianos» para referirse a los seguidores de Pompeyo, Augusto y César, respectivamente.
Por eso, cuando surgió un nuevo grupo de personas que hablaban de «Cristo» (1 Cor. 2:1-2), imitaban a «Cristo» (1 Cor. 11:1) y se sentían identificados con los valores de «Cristo» (Juan 13:35), los habitantes de Antioquía decidieron llamarlos «cristianos». De allí que ser «cristianos» es más que ir a la iglesia un día a la semana, es ver el mundo a través de los ojos de Jesús e imitarlo al amar al prójimo. Billy Graham lo resumió de la siguiente manera: «Un cristiano es una persona que confía en Jesús para su salvación eterna y procura seguirlo en su vida diaria. En otras palabras, un cristiano está comprometido con Jesús como su Salvador y Señor». ¿Sigues tú a Jesús? ¿Pueden los demás llamarte «cristiano/a»?

