
«Sean buenos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente,como Dios los perdonó a ustedes en
Cristo» (Efe. 4:32)
Hace varios años escuché al pastor Joel Musvosvi contar una experiencia que ilustra muy bien el perdón. Él se dirigía a casa de su novia para afinar los detalles de la boda, la cual tendría lugar al día siguiente, cuando subió al autobús un pasajero que estaba fumando. Para evitar inhalar el humo del cigarrillo, el novio se trasladó a la parte trasera del autobús. Sin embargo, el fumador lo siguió, por lo que Joel le solicitó amablemente que dejara de fumar. Sorprendentemente, el extraño respondió expulsando el humo del cigarrillo directamente hacia el rostro de Joel.
«En ese momento —cuenta el pastor—, escuché una vocecita que me decía: ‘Mañana te vas a casa,
¡demuéstrale que eres un hombre!’. Pero justo cuando iba a abalanzarme sobre él escuché otra voz que me dijo: ‘Mañana te vas a casar, si peleas hoy, puede que no tengas dientes para sonreír en las fotos’ «. Así que Joel se bajó del bus y decidió caminar el resto del camino. Llegó a casa de su novia y mientras conversaban sobre la boda sonó el timbre. Cuando abrió la puerta ¡era el fumador del autobús que lo había seguido hasta la casa de su novia! Aquello era más de lo que podía soportar, pero justo entonces su novia gritó de emoción: «¡Primo! ¡Qué bueno que viniste a la boda!». Joel se sintió paralizado, incapaz de comprender cómo podía albergar hostilidad hacia alguien tan querido por su novia. Decidió entonces actuar como si no reconociera al primo, lo abrazó con afecto y el primo, actuando como si fuera la primera vez que veía al novio, respondió al abrazo con igual calidez.
Sí, sé que es más fácil escribir sobre el perdón que ponerlo en práctica, pero el relato que acabas de leer presenta una perspectiva única del perdón. Los seres humanos somos una gran familia, donde Dios es el Padre y todos somos hermanos (ver Efe. 3:15; Mat. 23:8). Así que la próxima vez que alguien te ofenda o te hiera, te invito a mirar a esa persona como lo que realmente es: un hijo o una hija amada de Dios, tu hermano o hermana, alguien por quien Jesús entregó su vida en la cruz y por quien lo haría de nuevo si fuera necesario. Así, ¿cómo no perdonar?


Por Favor envíen matutina en AUDIO la comparto con amigos que no son de la fe 🙏