Matutina para Jóvenes | Jueves 4 de diciembre de 2025 | Ganar desde el segundo lugar

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Matutina para Jóvenes

«El que se humilla, será engrandecido» (Luc. 14:26)

En 2015, Stephen Curry llevó a los Golden State Warriors a su primer campeonato de la NBA en cuarenta años y fue nombrado el MVP de la liga, el número uno del equipo número uno. Al año siguiente, a pesar de que los Warriors tuvieron la mayor cantidad de victorias de temporada regular en la historia de la NBA, sufrieron una dura derrota a manos de los Cavaliers de LeBron James. El equipo número uno se convirtió en el número dos. ¿Qué haría la estrella número uno de la liga? Curry ayudó a su equipo a reclutar a Kevin Durant, reconoció sus capacidades y aceptó ocupar el segundo lugar. Para muchos, la decisión de Curry desafió la lógica humana, pero funcionó. Los Warriors recuperaron el campeonato consecutivamente en 2017 y 2018.

Lo que Curry hizo es lo que Mike Bonem define como un «líder de la segunda silla». «Una persona con un papel subordinado, cuya influencia sobre los demás añade valor a toda la organización». La humildad de Curry halla su razón de ser, no en lo que hay en su cabeza, sino en sus pies. Él lleva escrito en sus tenis «4:13″, en alusión a Filipenses 4:13:»Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». «Es mi lema y por qué juego de la manera en que lo hago —dijo— […]. No juego para anotar treinta puntos por noche, sino para […] ser testigo y compartir mi testimonio a medida que lo vaya viviendo».

Ser discípulo de Jesús es estar dispuestos a ocupar el segundo lugar y permitir que Jesucristo sea el número uno, como dijo Pablo: «Y ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí» (Gál. 2:20). Jesús es nuestro mayor ejemplo de humildad, él, siendo el número uno en el cielo, «renunció a lo que era suyo», vino a la tierra y «se humilló». Por eso «Dios le dio el más alto honor» para que «todos reconozcan que Jesucristo es Señor» (ver Fil. 2:6-11). Hoy, si te humillas bajo la poderosa mano de Dios, él te enaltecerá a su debido

tiempo (ver 1 Ped. 5:6).

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