Matutina para Adultos | Miércoles 17 de diciembre de 2025 | Siempre listos

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Matutina para Adultos

«Bienaventurado será aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo encuentre haciéndolo así. De cierto les digo que lo pondrá sobre todos sus bienes. Pero si aquel siervo malvado dice en su corazón: «Mi señor tarda», […] vendrá en el día que no espera y a la hora que no sabe, […] y le asignará lugar con los hipócritas. Allí habrá llanto y crujir de dientes» (Mateo 24: 46-51, RVA15).

Es un gran placer pasear por la Riviera suiza, por el lado norte del lago Leman. En la zona que va de Vevey a Montreux hay muchas mansiones de ricos, que, si es que pueden verse tras sus tapias y setos, deslumbran por la belleza de sus jardines, de su maravilloso césped y de sus innumerables flores.

Charlando con quien parecía el jardinero de un bellísimo parque, el visitante le preguntó si el dueño de la propiedad vivía allí:

—No. En realidad, vive muy lejos.

—¿Y hace mucho tiempo que vive fuera?

—Más o menos veinte años.

—Pero supongo que vendrá a menudo.

—No. Desde que me ocupo del cuidado de la propiedad no ha vuelto ni una sola vez.

—¿Y quién supervisa su trabajo?

—Nadie. Yo soy el responsable del mantenimiento de toda la finca.

—¿Y por qué se dedica tanto usted en mantenerla tan impecable?

—Porque eso es lo que se espera de mí: mi obligación es mantenerlo todo como si mi amo fuera a volver hoy.

Me admira el sentido de la responsabilidad de este mayordomo suizo. Porque responde plenamente a la actitud que Jesús espera de nosotros, como mayordomos (o pequeños jardineros) de los bienes que nos ha confiado. Porque no solo se trata de velar constantemente (ver Mat. 24: 42-43), sino de «estar preparados» en todo momento.

La pregunta del versículo 45, «¿quién es el siervo fiel y prudente?», no tiene respuesta en el texto, ni necesita tenerla, porque cada lector debe buscarla en su corazón.

El secreto de la vida victoriosa está en aprender a vivir como el mayordomo suizo: tenerlo todo preparado como si Cristo fuera a volver hoy. Lejos de la idea catastrofista de pensar que en cualquier momento todo se acaba, se trata de disfrutar de cada momento al máximo.

Piénsalo bien: vivir cada día a la luz de la eternidad como si fuera el último de nuestra vida es la mejor manera de sacarle el mayor partido a la existencia. Mahatma Gandhi lo había dicho casi igual, aunque desde una perspectiva secular:

«Vive como si fueses a morir mañana. Aprende como si fueras a vivir siempre». Esta es mi oración hoy.

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