Matutina para Mujeres | Miércoles 10 de septiembre de 2025 | ¡Ya no duele!

Matutina para Mujeres | Miércoles 10 de septiembre de 2025 | ¡Ya no duele!

Matutina para Mujeres

«Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio

y renueva un espíritu fiel dentro de mí» (Salmos 51:10)

Don Lucio era un hombre muy responsable en su trabajo. Sin embargo, la empresa en la que trabajaba tuvo un problema financiero y debió hacer recorte de personal. Don Lucio y otros quedaron desempleados. Con una familia que alimentar y sacar adelante, don Lucio comenzó a buscar trabajo sin tener resultado. Cierto día, al verlo tan desesperado, su vecino le pidió que cortara la maleza de su terreno para ganarse unas monedas. Así que don Lucio fue por el machete, su sombrero y camisa manga larga y comenzó a limpiar.

Al final del día, descubrió que una enorme ampolla amenazaba con explotar en su mano, pero era necesario terminar el trabajo. A la mañana siguiente, regresó, pero el dolor en su mano le hacía pensar que nunca más aceptaría un trabajo así. Mientras trabajaba, otro vecino pasó por el lugar y le ofreció una cantidad de dinero por limpiar su patio. Como estaba tan necesitado, aceptó el empleo. La ampolla, que se había reventado, dolió por un tiempo. Pero, al transcurrir los días y seguir limpiando patios, don Lucio vio que una piel engrosada crecía en el lugar de la ampolla y ya no dolía, se había convertido en un callo.

En ocasiones, los cristianos formamos callos espirituales en nuestro corazón. La primera vez que cometemos la falta, duele, nos arrepentimos y prometemos que no volverá a pasar. Quizás prometemos que nunca más vamos a ingerir ese alimento dañino o quizás que nunca más veremos cierto tipo de publicaciones en internet, o que nunca más diremos mentiras, o que no enviaremos mensajes a cierta persona, o que no ocurrirá de nuevo lo que ocurrió ayer con aquel chico. Pero sucede de nuevo, vuelve a doler y, tras el arrepentimiento, volvemos a prometer que no pasará de nuevo… Y vuelve a pasar, pero ahora duele menos, hay menos remordimiento.

La siguiente vez, ya no duele, ya es normal. Lo que ha ocurrido es que hay callos cuando hemos hecho que el Espíritu Santo se retire de nuestra vida. Por eso ya no duele, por eso ya es normal y el pecado se vuelve un estilo de vida fácil de seguir. Pero hay una buena noticia: Jesús quiere quitar el callo de tu corazón hecho piedra y darte un corazón de carne dispuesto a obedecerlo.

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