«De Zabulón, cincuenta mil hombres listos para entrar en batalla y que sabían manejar toda clase de armas. Siempre estaban dispuestos a pelear sin dar ni pedir cuartel» (1 Crónicas 12:33).
Era el año de 1960 y una niña negra llamada Ruby, llegó a una escuela para blancos. Era parte de un programa que el estado había implementado para acabar con la segregación racial. Grandes hombres la escoltaron hasta la escuela en medio de burlas y gritos, pero ella se mantuvo serena. A partir de ese día, estuvo recibiendo clases sola, pues los padres de los otros niños los sacaron de esa escuela para que no convivieran con Ruby. A pesar de ello, la niña fue valiente, no «pidió cuartel» y concluyó sus estudios.
¿Cómo eran los hombres de Zabulón? Veamos la traducción de otras versiones bíblicas: «Preparados para la batalla y eran completamente leales a David» (NTV). «Prestos a la lucha y ayudar a David con total lealtad» (BLPH). «Podían ponerse en orden de batalla con toda clase de armas de guerra y ayudaron a David sin doblez de corazón» (RV95).
En la antigüedad, antes de una batalla, ambas partes podían llegar a un acuerdo donde se delimitaba un área llamada «cuartel». Si un soldado ya no quería pelear, por el motivo que fuera, gritaba «cuartel» y se refugiaba en esa zona. Al final, era castigado. Eso era pedir «cuartel». «Sin dar cuartel», significaba que no había arreglos para la rendición, era pelear hasta ganar o hasta morir. Ese era el corazón de los valientes de David, ni pedían ni daban cuartel; luchaban con todo el corazón.
¿Has visto qué lindas se ven las burbujas de jabón que hacen los niños en los parques? ¿Te has dado cuenta que al menor toque con un objeto, o simplemente con el aire, se rompen? En ocasiones, nos comportamos como esas burbujas. No damos pelea, nos desanimamos al más mínimo detalle y abandonamos la lucha. Una dura respuesta, una mala mirada, un malicioso comentario y ya «pedimos cuartel».
En medio de un mundo de espinos, no podemos jugar el papel de lindas burbujas de jabón. Tenemos que
ser valientes como Ruby y como los hombres de la tribu de Zabulón. Sal cada día a la batalla, sin miedo. Ruby tuvo grandes hombres como escolta federal, pero la buena noticia es que tú tienes a los mismos ángeles de Dios listos para defenderte.
