
«Uno de ellos, experto en la ley religiosa, intentó tenderle una trampa con la siguiente pregunta» (Mateo 22:35).
¿Cuál es tu reacción cuando se te cuestiona con fines malintencionados? En ocasiones, las personas no creyentes de nuestra fe, ponen a prueba nuestros principios con preguntas de doble filo. ¿Cómo respondes? Durante una campaña de salud, tuve la oportunidad de asistir a uno de los médicos en la consulta. Al término de las actividades, trajeron la comida y la bebida, pero yo no podía ingerir esa clase de alimentos. Cuando pedí únicamente agua, los que estaban cerca de mí comenzaron a cuestionarme: «¿Acaso tu religión no te deja comer algo tan sabroso? ¿Por qué no tomas este refresco?» El tono burlesco de las preguntas sugería
que no esperaban una respuesta teológica; por lo tanto sonreí y solo tomé el vaso de agua.
Es posible que en tu centro de trabajo, tu comunidad o en compañía de familiares inconversos, también seas cuestionada. Es por ello que hoy veremos las ocasiones en que Jesús mismo fue sometido a preguntas maliciosas.
Preguntas políticas: Enviaron a sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: «Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios; sabemos también que no permites que nadie influya en ti ni te dejas llevar por las apariencias humanas. Por tanto, dinos tu parecer. ¿Es lícito pagar tributo al César, o no?» (Mateo 22:16, 17, RVC).
Preguntas teológicas: «En cuanto los fariseos oyeron que había silenciado a los saduceos con esa respuesta, se juntaron para interrogarlo nuevamente. Uno de ellos, experto en la ley religiosa, intentó tenderle una trampa con la siguiente pregunta: ‘Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante en la ley de Moisés?’ » (Mateo 22:34-36, RVC). «Unos fariseos se acercaron y trataron de tenderle una trampa con la siguiente pregunta: ‘¿Se permite que un hombre se divorcie de su esposa por cualquier motivo? […] ¿Por qué dice Moisés en la ley que un hombre podría darle a su esposa un aviso de divorcio por escrito y despedirla?’ » (Mateo 19:3, 7, RVC).
Allí había un hombre que tenía atrofiada una mano. Para poder acusar a Jesús, algunos le preguntaron: «¿Está permitido sanar en el día de reposo?» (Mateo 12:10, RVC). Para ponerlo a prueba, para poder acusarlo, son algunos motivos maliciosos por los que le hacían preguntas. Las respuestas de Jesús siempre los dejaban boquiabiertos. Lee los textos para saber lo que respondió. Si seguimos el ejemplo del Maestro, podremos responder siempre con sabiduría sin entrar en discusiones ni enemistades. Esa no es la manera de defender
tu fe.

