
«Si amas a tu padre o a tu madre más que a mí, no eres digno de ser mío; si amas a tu hijo o a tu hija más que a mí, no eres digno de ser mío»
(Mateo 10:37).
Tras ser echada de su hogar e instalarse en un cuarto de hotel, aquella joven tuvo la brillante idea de impartir clases de idiomas. Puso un anuncio en el periódico y pronto tuvo suficientes alumnos para costear sus gastos, pues su padre no le había dado dinero para sostenerse. En ese cuarto vivía sola pero tranquila, y nada le impedía guardar el sábado y seguir su fe. Cierto día, un auto se detuvo frente al domicilio. De él bajó el padre y se dirigió a ella. En cuanto la vio, la abrazó y, llorando, le dijo que aquellos tres meses, que ella no había estado en su casa, habían sido muy tristes para su madre y para él.
—No podemos vivir más sin ti, vuelve a casa y sigue con tu religión —le suplicó—. Solo tengo una petición: cuando yo muera quiero que quemes incienso a mi espíritu, de acuerdo al rito que se practica en la religión sintoísta.
El pedido del padre era porque ellos creían que, al morir una persona, su espíritu se transforma en una especie de intermedio entre Dios y sus hijos. Por tal motivo, queman incienso al espíritu del muerto en ciertas ocasiones.
Al oír tal pedido, la hija le dijo:
—Papá, yo te quiero mucho y deseo volver a casa, pero no puedo prometerte lo que me pides, pues faltaría al primero y segundo mandamiento. Lo que me pides es contrario a mi fe.
Disgustado por la respuesta de su hija, dijo con autoridad:
—¡Tendrás que hacerlo!
Con toda sinceridad, la hija le dijo:
—Aunque te lo prometiera, no te darías cuenta que en realidad después de muerto no lo haré. Y no quiero faltar al noveno mandamiento que ordena no decir mentiras. Pero te prometo que cuidaré de ti con todo mi cariño porque eres mi padre.
Por segunda vez su padre quiso obligarla, pero, al no lograrlo, le gritó:
—¡Está bien, quedas desheredada! Adoptaré otra hija. Tú estás muerta para mí.
Elegir a Cristo por encima de los padres no es una elección fácil de hacer cuando la misma Biblia manda honrarlos. No obstante, la joven de la historia tomó la mejor decisión en medio de la circunstancia que le tocó vivir al seguir a Cristo. ¿A quién elegirás hoy?

