
«Sus fieles ayudantes eran Edén, Miniamín, Jesúa, Semaías, Amarías y Secanías. Ellos distribuían los regalos entre las familias
de los sacerdotes en sus ciudades según sus divisiones, repartiéndolos equitativamente entre ancianos y jóvenes por igual» (2 Crónicas 31:15).
En cierta ocasión, en un reino lejano, el monarca mandó a llamar a los jóvenes de la provincia pues debía elegir esposo para su hija. Llegaron los candidatos y el rey les entregó una semilla que ellos debían plantar, regar y cuidar hasta que brotara. Quien al cabo de seis meses llevara la flor más hermosa al palacio, sería el futuro esposo de la princesa y futuro rey del país. Concluido el tiempo estipulado, todos los jóvenes trajeron sus lindas flores en hermosas macetas; todos menos uno. Su maceta estaba vacía y los demás se burlaban de él. Sin embargo, después de ver todas las flores, el rey llamó al joven de la maceta vacía y lo presentó como su yerno. Ante el asombro de todos, el rey explicó que todos eran unos mentirosos, pues la semilla que había repartido era estéril.
La palabra «fe» en Gálatas 5:22, viene del griego pistis, que significa tanto «fe» como «fidelidad». La fidelidad es una cualidad de la conducta que permite que otros tengan confianza en nosotros. «Fidelidad» sería, en este pasaje, una característica más apropiada, pues se aproxima más a los otros aspectos del fruto del Espíritu que se hallan en la lista.
De acuerdo con esta explicación, concluimos que quien tiene el fruto del Espíritu es digno de confianza, pues en todas las actividades realizadas lleva el sello de la fidelidad. El joven que llevó su maceta vacía, fue el único en todo el reino digno de confianza; cualidad indispensable para trabajar en los asuntos de un reino o de un país. La fidelidad es uno de los valores que más escasean entre los seres humanos. Con el fin de sacar ventajas, hombres y mujeres son capaces de decir mentiras, alterar números, pesas, falsificar firmas y
billetes, borrar mensajes del celular, borrar el historial de búsqueda en los sitios web, entre otras cosas.
Los hombres mencionados en el texto bíblico habían sido elegidos para desempeñar aquel cargo por su fidelidad. No podremos demostrar fidelidad en los asuntos del Reino de los Cielos si aquí en la tierra no somos dignos de confianza. Actuemos con fidelidad hacia Dios, hacia nuestro prójimo y hacia nosotras mismas.

