
«Al día siguiente, le dio dos monedas de plata al encargado de la posada y le dijo: ‘Cuida de este hombre. Si los gastos superan esta cantidad, te pagaré la diferencia la próxima vez que pase por aquí’ » (Lucas 10:35).
¿Te sorprendería si te digo que eres dueña de un hotel? Te explico. En la historia del buen samaritano, siempre hemos dicho que nosotras debiéramos actuar como él. Sin embargo, hoy pondremos a Jesús como el «Gran Buen Samaritano»; al hombre golpeado como el «prójimo» y a ti como la «dueña de la posada». La palabra escrita en Lucas 10:35 para «posada», viene del griego pandojeíon, que se divide en pas (que significa «todos») y déjomai (que significa «recibir»). Lo que quiere decir: «Lugar donde se recibe a todos».
Usualmente, se hospedaba a las caravanas que iban de paso por aquel lugar. Allí, en esa posada, tu posada, han dejado a un hombre herido y necesitado y lo han dejado bajo tu cuidado. El «Gran Buen Samaritano», que vino a redimir a cada habitante del mundo, nos ha dado la oportunidad de ser pandojeus (el que administra el pandojeíon) para todo aquel que necesite recuperarse del pecado. Las palabras: «Cuídalo y cuando yo regrese te pagaré todo lo que has gastado» me han hecho darle este significado a la historia.
Esas son las mismas palabras que Jesús le dijo a Juan en la isla de Patmos: «Miren, yo vengo pronto, y traigo la recompensa conmigo para pagarle a cada uno según lo que haya hecho» (Apocalipsis 22:12). La palabra usada aquí para «galardón» viene del griego mistosh que quiere decir «jornal», «salario», «lo que se debe».
¿Te das cuenta? Jesús regresará para darnos un pago por nuestras obras, pero también para pagarnos lo que hayamos gastado a favor de nuestro prójimo que él nos dejó encomendado. Tú y yo somos un pandojeíon. La iglesia lo es, un lugar donde se recibe a todos para curar sus heridas, restaurar sus pérdidas y esperar juntos el regreso de nuestro «Gran Buen Samaritano».
Si gastaste tus recursos económicos, tu tiempo, tus talentos y tu cuerpo a favor de los demás, la buena noticia es que Jesús traerá un galardón, un mistosh, justo para ti cuando él regrese. ¡Qué buenas noticias!
¿No te parece? Querida amiga, hagamos fielmente la misión que Jesús nos ha encomendado. Te aseguro que estaremos más que satisfechas con el pago.

