Matutina para Mujeres | Viernes 5 de septiembre de 2025 | No tengo profesión

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Matutina para Mujeres

«Amós le respondió a Amasías: ‘Yo no soy profeta, ni hijo de profeta.

Soy boyero, y recojo higos silvestres’ » (Amós 7:14, RVC).

Si alguna vez te has sentido incapaz de realizar la obra de Dios por no tener un título profesional, hoy hay buenas noticias para ti. Un joven tenía dos oficios. Uno era cuidar a los bueyes y conducirlos; el otro era recoger higos silvestres. Cierto día, mientras cuidaba a los bueyes, Dios lo llamó para ser su voz en el mensaje al pueblo. Así fue cómo Amós se convirtió en profeta del Señor. Cuando Amasías lo confrontó para pedirle que dejara de profetizar, Amós respondió de modo contundente: «no soy profeta, ni hijo de profeta». Claramente, Amós seguía trabajando en su oficio y, humildemente, profetizaba cuando Dios se lo mandaba. Su padre no había sido profeta y él mismo no había asistido a la escuela de los profetas, a quienes se les llamaba «hijos de los profetas». Es decir, no había recibido una formación humanamente profesional para profetizar.

Como mujeres, tenemos capacidades ilimitadas para desarrollar en la causa del Señor, que con frecuencia se ven desvanecidas por el lastimero pensamiento de «no tengo una profesión». La vida de Amós nos enseña dos cosas: humildad y compromiso. Por un lado, la humildad al realizar el cargo que se te ha encomendado, sin vanagloria y sin presunción, sabiendo que los dones vienen únicamente de Dios. Amós no dejó de cuidar bueyes y recoger higos solo porque trabajaba para Dios. Es un error pensar que nuestros cargos nos dan un elevado renombre en la sociedad. Ante los ojos de Dios, todos somos iguales. Por otro lado, el compromiso,

es decir, hacer todo lo que esté en tus manos para brindar un servicio de calidad, a pesar de no tener una profesión en las escuelas humanas. Es un error pensar que sin estudios no se puede hacer nada en la obra del evangelio.

Si por motivos ajenos a tu voluntad no pudiste estudiar una carrera, recuerda que Dios llama a su servicio a los de corazón humilde y los perfecciona para su obra. Si estás estudiando o ya tienes una profesión, usa tu conocimiento en el servicio al Señor. Es posible que hoy estés detrás de la máquina de coser o de la mesa de la cocina. Quizás te encuentras amasando pan, entre otros. No importa donde estés, si el Señor te llama a servirle, no dudes en hacer su voluntad.

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