
«Pero tú, cuando le des a alguien que pasa necesidad, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha» (Mateo 6:3).
En cumplimiento del mandato de no publicar sus buenas acciones, «doña Derecha» se concentró en vivir un cristianismo activo. Ella ayudaba a una familia de escasos recursos con la colegiatura de su hija en la escuela. También invitaba a comer a las personas que llegaban el sábado como visita a la iglesia. De vez en cuando iba al hospital a orar por los enfermos y darles palabras de ánimo. En una ocasión, vio a una mujer indigente y le regaló una frazada para que se mantenga caliente, entre otras cosas. Pero de todo esto, «doña Izquierda» no sabía nada. Cierto día, «doña Izquierda» expresó:
—No está bien que «doña Derecha» no haga nada. Que yo sepa, nunca hace obra misionera, ni ayuda a los necesitados.
Ese era el problema. Como «Derecha» no estaba obligada a dar informes de cuanto bien hacía, «Izquierda» la estaba juzgando mal. Llegó el tiempo de que ambas recibieran el pago por su desempeño en la tierra y doña Derecha, que ya era un poco anciana fue llamada primero. El juez le dijo:
—Por cuanto me cuidaste, me visitaste, me invitaste a comer y me diste agua, heredarás las tierras que para ti he preparado.
—¿Cómo? —exclamó Derecha—, ¿cuándo hice yo eso por ti?
A lo que el juez respondió que habían sido sus acciones hacia sus semejantes. Cuán feliz estaba «Derecha»
con esa maravillosa noticia.
Llegó el turno de «doña Izquierda» y el juez le dijo:
—Tú no puedes heredar lo que preparé porque nunca hiciste algo por mí.
—Pero, ¿cuándo te vi? —rezongó «doña Izquierda», indignada. A lo que el juez respondió:
—Lo que no hiciste por uno de mis hermanos más pequeños, tampoco lo hiciste por mí (Mateo 25:31-46).
Aunque solo he parafraseado ambos relatos, me resulta una manera práctica de explicar cuál fue el problema de «Izquierda». Nunca pudo ver la necesidad de su prójimo para saciarlo como si fuera Jesús mismo porque, en lugar de eso, se mantuvo viendo lo que hacía «Derecha». Las personas que actúan como «doña Izquierda» no suelen trabajar por los demás, porque solo son espectadores. Tienen muchas palabras que aportar y estrategias de cómo hacer mejor las cosas, pero no las hacen porque no entran al campo de batalla. La buena noticia es que si hoy somos como la mano izquierda, es un buen día para decidir cambiar de bando
y entrar en acción.


Señor ten misericordia de mi ,perdona mis pecados y me pongo en tus manos por qué si he sido lo suficiente como la mano derecha me ayudes a lograrlo
Gracias por tu amor y compocion por mi
Te amo mi Dios