
«Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí» (Mateo 25:40).
La parábola de las ovejas y las cabras enseña una profunda lección sobre el cuidado de los demás. En esta parábola, Jesús separa a los justos (las ovejas) de los injustos (las cabras) sobre la base de sus acciones. Los que alimentaban a los hambrientos, daban de beber a los sedientos, alojaban a los forasteros, vestían a los desnudos, cuidaban a los enfermos y visitaban a los prisioneros lo hacían por el mismo Jesús. Esta historia destaca la importancia de servir a los necesitados.
La parábola subraya que nuestra fe se demuestra a través de actos de compasión y servicio a los necesitados. Como creyentes, estamos llamados a responder a las necesidades de los demás, reconociendo que cuando los servimos lo hacemos a Cristo mismo.
Al ver a los marginados, vulnerables y necesitados como extensiones de Cristo, nos sentimos motivados a amarlos y servirlos. Nuestros actos de bondad se convierten en expresiones de nuestro amor por el Señor, y reflejamos su amor a un mundo herido. Gálatas 6:2 nos impulsa en este accionar, con estas palabras: «Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas y así cumplirán la ley de Cristo».
Además, la parábola nos recuerda que nuestras acciones tienen consecuencias eternas. Los que cuidan de los más pequeños son bendecidos, mientras que los que los descuidan se enfrentan al Juicio. ¡Es realmente importante vivir nuestra fe a través del amor práctico!
La parábola de las ovejas y las cabras nos desafía a vivir nuestra fe a través del servicio compasivo. Al cuidar de los marginados y los vulnerables estamos, de hecho, sirviendo a Jesús. Nuestras acciones no solo impactan a este mundo, sino también tienen un significado eterno.
Oración: Querido Señor, ayúdame a servir a los más pequeños como si estuviera sirviendo a Jesús mismo.

