«¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?» (Mateo
18:33).
En la parábola del siervo despiadado, un siervo tiene una enorme deuda con su rey. Cuando suplica clemencia, el rey le perdona toda la deuda. Sin embargo, el siervo perdonado no muestra misericordia a un consiervo que le debe una suma mucho menor. Cuando el rey se entera de esto, condena al siervo despiadado. Esta historia nos recuerda la misericordia ilimitada de Dios y la importancia de extender esa misericordia a los demás.
La parábola comienza recordándonos la inmensa misericordia que Dios nos ha mostrado al perdonar nuestros pecados. Luego, nos recuerda que tenemos la responsabilidad de extender la misma misericordia a aquellos que nos hacen daño. Colosenses 3:13 dice: «Sean mutuamente tolerantes. Si alguno tiene una queja contra otro, perdónense de la misma manera que Cristo los perdonó» (RVC).
Perdonar a los demás y mostrar compasión son parte integral de nuestro caminar cristiano. Debemos recordar que hemos sido perdonados y, por lo tanto, debemos perdonar a los demás y mostrarles compasión, sin importar cuán pequeñas o significativas sean sus ofensas.
Esta parábola también nos enseña acerca de las consecuencias de la falta de perdón y la falta de misericordia. Guardar rencor y buscar venganza puede conducir a la esclavitud espiritual y emocional. En cambio, el perdón trae liberación.
La parábola del siervo despiadado nos llama a perdonar sin límites, así como Dios nos perdona sin medida.
Oración: Padre amado, ayúdame a perdonar como tú me perdonas, a reflejar tu amor y misericordia, y a fomentar la reconciliación y la armonía en las relaciones.
