
«Al ver la estrella, sintieron muchísima alegría. Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y presentaron como regalos: oro, incienso y mirra» (Mateo
2:10, 11).
Imagina estar en el lugar de los sabios de Oriente que siguieron la estrella hasta llegar a Belén. Estos sabios, también conocidos como los Reyes Magos, dejaron todo para buscar al Rey recién nacido. Guiados por una estrella, encontraron a Jesús y reconocieron su divinidad. Con humildad y reverencia, se postraron ante él y le presentaron valiosos regalos.
La historia de los sabios de Oriente nos enseña valiosas lecciones. Ellos estaban dispuestos a dejar sus comodidades y seguir una estrella desconocida, para adorar al Rey. Su adoración no fue solo un acto de generosidad material, sino también un reconocimiento de la grandeza de Dios.
Al igual que los sabios de Oriente, nosotros también tenemos la oportunidad de adorar a Jesús cada día. No se trata solo de ofrecer regalos materiales, sino de entregarle nuestro corazón y rendirle nuestra adoración sincera. Jesús merece lo mejor de nosotros, de nuestros talentos, tiempo y afecto.
La adoración no se limita a un momento específico, sino que debe ser una actitud constante. Cada día podemos adorar a Jesús al vivir de acuerdo con sus enseñanzas, al amar y servir a los demás, y al buscar su voluntad en todas las áreas de la vida.
¡Qué hermosa es la historia de los sabios de Oriente y su adoración al Rey recién nacido! Nos enseña cuán importante es estar dispuestos a dejar nuestras comodidades y seguir a Jesús con humildad y reverencia. Los regalos que Jesús más desea son nuestra adoración sincera y una vida entregada a él. ¿Se los darás? Que tengas una Navidad llena de adoración y bendiciones.
Oración: Querido Dios, acepta hoy mi vida. Transfórmame y ayúdame a vivir de tal modo que pronto podamos vernos cara a cara en tu Reino.

