
«Alégrate, joven, en tu juventud; deja que tu corazón disfrute de la adolescencia. Sigue los impulsos de tu corazón y responde al estímulo de tus ojos, pero toma en cuenta que Dios te juzgará por todo esto» (Eclesiastés 11:9).
Este versículo nos brinda una perspectiva valiosa sobre cómo abrazar la vida con alegría, responsabilidad y conciencia espiritual. Salomón nos insta a celebrar la juventud y a disfrutar de la vida que Dios nos ha dado. Nos anima a encontrar placer en los días de nuestra adolescencia, a explorar nuestros intereses y pasiones y a seguir los deseos de nuestro corazón. Sin embargo, junto con esta exhortación a la alegría y el placer,
Salomón nos recuerda que Dios es nuestro juez supremo. Nuestras acciones y decisiones no pasan desapercibidas ante él.
Entonces, ¿qué significa esto para nosotros? Que la juventud es un regalo de Dios. Es un tiempo para crecer, aprender y experimentar la vida con entusiasmo y gratitud. Aprovechemos cada oportunidad para cultivar relaciones significativas, perseguir nuestros sueños y contribuir de modo positivo al mundo que nos rodea.
Aunque es importante disfrutar de la vida, también debemos vivirla con responsabilidad y sabiduría. Esto implica tomar decisiones conscientes que honren a Dios y reflejen nuestros valores cristianos. Recordemos que nuestras acciones tienen consecuencias, y que Dios nos llama a vivir con integridad y rectitud en todo momento.
Finalmente, este versículo nos desafía a mantener una relación cercana con Dios en medio de nuestras experiencias juveniles. A medida que buscamos la alegría y el placer en la vida, recordemos que Dios está siempre presente, observando nuestros pasos y guiándonos en su camino de amor y verdad. No temamos acercarnos a él en oración, buscando su dirección y su sabiduría en cada paso del camino.
Eclesiastés 11:9 nos invita a vivir plenamente en la juventud, celebrando la vida que Dios nos ha dado mientras honramos su presencia y su guía. Ojalá este versículo nos inspire a ser jóvenes apasionados, responsables y comprometidos con seguir a Cristo en todo momento.
Oración: Ayúdame, Padre, a vivir plenamente y bajo tu voluntad.

