Matutina para Adultos, Sábado 17 de Julio de 2021

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Ecuménicos o unidos

“Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, procurando mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efesios 4:2, 3).

¿Estar juntos por estar juntos? ¿O estar juntos conforme a un propósito cumpliendo la oración de Jesús? ¿Ecuménicos o unidos?

“Ecuménico” es todo aquel que trabaja por la unidad mundial y la cooperación de todas las iglesias cristianas. C. Stanley Lowell señala que hay dos facetas: “Una tiene que ver con el sentimiento de cooperación entre las iglesias. La otra faceta es un esfuerzo por la unidad cristiana que ambiciona agrupar a todas las iglesias bajo una sola carpa eclesiástica”. 

Quien busca la unidad es todo aquel que busca unir a los creyentes en Cristo y su Palabra. Pablo dice que Cristo vino para derribar la pared intermedia y de hacer de los dos pueblos, judíos y gentiles, un solo pueblo. Esta unidad no es un asunto social, político o solidario. Es una unidad plena en la doctrina del Señor.

La unidad no es uniformidad. La unidad viene de Arriba y de adentro, y es una virtud espiritual, mientras que la uniformidad es el resultado de la presión externa. Pablo, tanto en 1 Corintios 12 como en Efesios 4, usó el cuerpo humano como una ilustración de la unidad cristiana. Cada parte del cuerpo es diferente de las otras; sin embargo, todas conforman un solo cuerpo y trabajan en equipo buscando el bien del cuerpo.

Para preservar la “unidad del Espíritu”, necesitamos según Pablo humildad para poner a Cristo primero, a los otros después y, por último, a uno mismo. 

Por su parte, “mansedumbre” que no es debilidad, es poder bajo control. Moisés era un hombre manso, Jesucristo fue manso y humilde de corazón. No obstante, echó fuera a los que comerciaban en el Templo. La mansedumbre está relacionada con la paciencia, para soportar la aflicción sin devolver el mal. No se puede soportar y sostener la humildad sin experimentar amor. Es la unidad en el Espíritu lo que hace posible el andar con Cristo.

La siguiente virtud que contribuye a la unidad del Espíritu es la solicitud. Por eso, estamos deseosos de mantener, o guardar, la unidad del Espíritu.

La última virtud que Pablo menciona es la paz.

El ecumenismo busca unir las organizaciones, con concesiones y flexibilidad; la unidad pone a Cristo y su Palabra en el centro y por encima de todo. 

Seamos protagonistas de la verdadera unidad, recordando que la unidad se protege con la fe, se hidrata con la oración, se nutre con la Palabra, se limpia con el perdón, se multiplica con el testimonio y se hace eterna con el amor de Dios.

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