Herencia incorruptible
“A causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio” (Colosenses 1:5).
Paraguay es un país de gente cordial, situado en el corazón de América del Sur. Además, es el único país bilingüe de la región, ya que allí se habla el español y el guaraní en prácticamente todo su territorio.
Don Carlos Antonio López fue el primer presidente constitucional de la nación, y también una figura de gran capacidad académica y cultural. Fue elegido en 1844 y reelecto tres veces, y se mantuvo en el poder hasta 1862. Gobernó su país por 18 años y murió el 10 de setiembre de 1862.
Fue un gran emprendedor, con conquistas en las áreas judicial, administrativa y educativa. Creó más de trescientas escuelas, y declaró la educación gratuita y obligatoria. Soñaba con el desarrollo de su pueblo. Una de sus frases más famosas es: “Las escuelas son los mejores monumentos que podemos ofrecer a la libertad”. Hoy, las becas de estudio posgraduación concedidas por el Gobierno paraguayo, para estudios en el exterior, tienen el nombre de Carlos Antonio López, como homenaje a su liderazgo visionario.
Además, él trabajó para dar oportunidades iguales a todos los ciudadanos y las etnias. Invirtió en los valores éticos y morales, animando la formación de familias sobre la base del casamiento, y dándoles propiedad y fuente de trabajo tanto con el ganado como con la agricultura.
Cuando se conmemoran las fiestas patrias del Paraguay, en el corazón de América del Sur, vamos a celebrar juntos, pero también aprovechar para reafirmar nuestro compromiso con la patria superior, que está en el cielo, donde las conquistas de grandes líderes quedarán pequeñas ante el Rey de reyes y Señor de señores; una Tierra renovada y purificada de todo pecado y que será el corazón de todo el Universo. Celebren las conquistas de la Tierra, pero coloquen sus ojos en el cielo, lugar de esperanza viva y de herencia incorruptible.
Por eso, Elena de White nos exhorta:
“El Señor está por venir. Oímos los pasos de un Dios que se aproxima” (El evangelismo, p. 163).
“¡Oh, cuán glorioso será verlo y recibir la bienvenida como sus redimidos! Largo tiempo hemos aguardado; pero nuestra esperanza no debe debilitarse. Si tan solo podemos ver al Rey en su hermosura, seremos bienaventurados para siempre” (Joyas de los testimonios, t. 3, p. 257).
“Siento deseos de exclamar: ¡Vamos rumbo a nuestro hogar!” (Review and Herald, 13 de noviembre de 1913).