El trabajo forja el carácter
“El que trabaja, dominará; el perezoso será dominado” (Prov. 12:24).
Un estudio realizado en un país europeo mostró que un porcentaje importante de jóvenes de entre 17 y 19 años no realiza ningún tipo de actividad productiva; es decir, no estudia ni trabaja. En otras palabras, estos jóvenes viven en la ociosidad, y muchos de ellos lo hacen a expensas de sus padres. Lo más lamentable es que ese rango de edad constituye el periodo de la vida en el que hay más oportunidades de desarrollo y crecimiento para hacerse acreedor de un futuro próspero.
He escuchado a algunos jóvenes decir en forma hilarante que el trabajo es tan feo, que hasta te pagan por hacerlo. Es frecuente culpar al sistema social que nos rodea por la falta de oportunidades para desarrollarse, pero en muchos casos es solo una excusa con la intención de justificar la falta de motivación, empuje y decisión para crear oportunidades propias y desafiar las circunstancias. Irónicamente, se espera conseguir mucho con poco esfuerzo.
Luisa, de apenas 19 años, pasaba varias horas cuidando de una persona discapacitada, con el propósito de generar los recursos económicos para concluir su carrera de enfermería. Las largas guardias en el hospital, más las horas de trabajo en el hogar de su empleador, la dejaban exhausta y muchas veces a punto de desistir. Sin embargo, hoy es una profesional en lo suyo.
Mi querida señorita, los sueños se hacen realidad estando despiertas, no sumidas en la ensoñación. Trabaja con tenacidad, esfuerzo, tolerancia a la frustración y al cansancio y, lo más importante, con la compañía de Dios. Si esperas ser próspera tratando de “cazar” un buen partido, tus posibilidades de éxito son casi nulas.
Trabajar responsablemente nos da el derecho a disfrutar de tiempos de descanso y ocio para recuperar energías y gozar del fruto del esfuerzo. Los elementos fundamentales para ser una trabajadora exitosa son lo siguientes: descanso, para liberar la fatiga acumulada; reflexión, para sustentar tu confianza en Dios; recreación, a fin de disfrutar de los placeres que Dios te proporciona; y cultivo de relaciones interpersonales saludables, para encontrar compañerismo y compartir experiencias.