Martes 14 de Septiembre de 2021 | Matutina para Jóvenes | Una oración sin palabras

Martes 14 de Septiembre de 2021 | Matutina para Jóvenes | Una oración sin palabras

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Una oración sin palabras

“Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios” (Rom. 8:26, 27, NVI).

¿Alguna vez sentiste que tenías que orar, que tenías que aferrarte a Dios, pero las palabras no salían? Quizás había demasiado dolor, confusión, o quizá simplemente no sabías por dónde empezar o qué decir. De esto habla la canción “My wordless prayer”, de Craig Courtney.

Los versículos de hoy nos dan muchísima información que necesitamos, y además son una promesa de ese Consolador con el que pocas veces contamos. El Espíritu Santo se hace bien presente y se une a Dios de forma cercana y cómplice para actuar de acuerdo a su voluntad. ¡Qué increíble regalo!

Los colegios de traductores de los diferentes países estipulan precios elevados para el empleo de intérpretes, para asegurarse de que los diferentes mensajes y decisiones lleguen de la forma más limpia posible a su receptor, en la lengua que entiende. Y nosotros tenemos al mejor intérprete de forma gratuita, disponible en cada momento del día.

¡Qué intercesor maravilloso! Uno que no solo entiende lo que decimos y conoce la lengua del Padre, sino que adapta el mensaje para obrar en nuestro favor. Nadie puede pagar eso. O mejor dicho, ¡Jesús ya lo pagó!

Aunque a orar aprendemos orando, hay muchísimas cosas que podemos tener en cuenta para hacer de nuestra vida de oración algo mucho más provechoso y poderoso para nosotros y para los que nos rodean. Te recomiendo que, además de orar más, dediques tiempo a leer sobre la oración y a poner en práctica los consejos inspirados para estar en mayor sintonía con la Trinidad.

“Cuando con fervor e intensidad el creyente expresa una oración a Dios (Jesucristo es el único nombre dado bajo el cielo por el cual somos salvos), hay en esa misma intensidad y fervor un voto de Dios que nos asegura que él está por contestar nuestra oración mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos. No solamente debemos orar en el nombre de Cristo, sino por la inspiración y motivación del Espíritu Santo. […] Las peticiones deben ofrecerse con fe ferviente. Entonces llegarán al propiciatorio. Persistamos incansablemente en la oración” (La oración, p. 73).

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