Una sonrisa silenciosa
“El Rey les responderá: Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí” (Mat. 25:40, NVI).
En un boletín de niños leí la historia de un jovencito que vivía a las afueras de una superpoblada ciudad.
Por causa de una discapacidad, no podía hablar, correr ni jugar, solo sonreír. Su madre tenía que levantarlo y llevarlo todos los días al río para asearlo. El río quedaba lejos de su casa y la mujer quedaba muy cansada y dolorida después de cada viaje, pues tenía que llevarlo sobre sus hombros.
Pero un día, ADRA llegó a esa aldea y le proveyó a esta familia un baño para discapacitados. Su madre pudo conseguir un trabajo estable en vez de tener que mendigar. Él ahora podía estar limpio y prolijo todos los días; alcanzaba con que su madre empujara la silla de ruedas hacia el baño y la ducha.
Hay cientos de historias como esta y puedes ser parte de ellas.
A nosotros nos toca ser simpáticos y compasivos y llevar desinteresadamente la luz a las personas que sufren.
Recuerdo que, en un congreso de la Asociación General, el stand de ADRA repartía billetes falsos y una lista de proyectos. Al lado de cada proyecto aparecía el costo para llevarlo a cabo, que realmente era muy accesible si se tenía en cuenta el cambio de divisas, y cada uno debía destinar su “dinero” a uno o varios proyectos. Al sostener esos billetes en la mano y ver cuánto se podía hacer con poco, uno se hacía más consciente de lo fácil que era ayudar en realidad.
Te invito a que visites el sitio web de ADRA u otra ONG, que conozcas qué proyectos se están realizando a nivel local y mundial y veas de qué forma puedes ayudar. Hay muchísimo para hacer y hoy es un buen momento para comenzar.
“Al ocuparnos en esta obra seremos bendecidos grandemente. Su influencia es irresistible. Mediante ella se ganan almas para el Redentor. La ejecución práctica de la orden del Salvador demuestra el poder del evangelio. Esta obra requiere esfuerzo laborioso, pero lo recompensa, porque mediante ella son salvadas almas que perecen” (ibíd., p. 121).