¿Quién manda en la casa? – II
“Ser paciente es muestra de mucha inteligencia; ser impaciente es muestra de gran estupidez” (Prov. 14:29).
La madre y el padre están en una posición de liderazgo en el hogar; ambos en acuerdo y en consenso, deben tomar decisiones que redunden en la protección, el bienestar y la funcionalidad del sistema familiar. Pero para tener un liderazgo compartido, es necesario conocer y tomar en cuenta las necesidades de la familia y de cada uno de los miembros que la componen. De lo contrario, puede transformarse en una tiranía, donde se ejerza abuso de los unos sobre los otros. Escuchar, ceder, dialogar y respetar los derechos del otro son las mejores herramientas para lograr un liderazgo compartido y equilibrado.
Dentro de este liderazgo compartido, también se debe tomar en cuenta el sentir de los hijos y, si contribuye al bienestar de la familia, se les puede permitir que tomen algunas decisiones a medida que vayan teniendo la edad adecuada para ello. Esto les ayudará a sentirse valorados, aumentará su autoestima, los ayudará a madurar y, en su vida adulta, tendrá un impacto para que sean personas equilibradas y más seguras de sí mismas.
De acuerdo con el doctor D. Curran y otros expertos, entre las tensiones que más controversia causan en el liderazgo de los padres está la discusión respecto a los siguientes aspectos: las finanzas, la educación y la disciplina de los hijos, el tiempo en familia, la comunicación, la formación religiosa y la definición de los valores que regirán en el hogar; estos últimos serán los ejes orientadores que les darán dirección dentro y fuera de casa.
En palabras del pedagogo Manuel Martínez: “Para un liderazgo efectivo, compartido y recíproco, escuche con paciencia (hace falta callar para escuchar), no contradiga en forma impertinente, no juegue al ofendido, gobierne con energía mas no por la fuerza, no asuma ningún rol, ni el dominante ni el sumiso, sea ecuánime y aproveche las habilidades de cada uno”.
Cuando la emoción y la razón se entrelazan, cuando el silencio y la voz se combinan, y la paciencia y la cordura vencen a la impaciencia y la soberbia, Dios es glorificado en el hogar y los ángeles del cielo son los huéspedes permanentes de esa familia. Querida amiga, Dios bendiga tu hogar.