Un rostro restaurado
“Si te dedicas a ayudar a los hambrientos y a saciar la necesidad del desvalido, entonces brillará tu luz en las tinieblas” (Isa. 58:12, NVI).
En la revista Adventist World he encontrado muchísimas historias inspiradoras, así como motivos de oración por los que unirme con mis hermanos de todo el mundo. Leer noticias y relatos de diferentes lugares donde la iglesia está presente nos ayuda a tener una idea más completa de quiénes somos como creyentes adventistas. Nos da un sentido de identidad y pertenencia muy grande, y también aumenta nuestra red de apoyo e influencia.
En 2015 leí la historia de Anbesse, un pequeño niño que fue abandonado por sus padres después de que una hiena lo atacara y le arrancara parte de la cara. Llegó a vivir en un orfanato adventista en Etiopía, y en 1978 participó de una Semana de Oración allí. El pastor Schantz, orador de esa semana especial, quedó profundamente impresionado y preocupado por el futuro de este niño. Su rostro estaba completamente desfigurado, pero su corazón sensible se llenó de esperanza al escuchar de Jesús y del cielo, y al finalizar la reunión, se acercó al pastor para decirle: “Cuando Jesús regrese, él me va a dar un nuevo rostro”. Al regresar a Dinamarca, el pastor montó una campaña para ayudar al niño y un cirujano plástico finalmente hizo varias intervenciones gratuitas para restaurarlo. Con los años, Anbesse se casó con Helen y tuvo tres hijos. Después de las cirugías, perdió contacto con el pastor y dejó de ir a la iglesia.
El pastor Schantz, por su lado, continuó con su ministerio por casi cincuenta años.
En 2014, poco antes de morir, predicó en un lugar al que Helen asistió con sus tres hijos. Junto a su esposa, este pastor se dedicó a visitar a la familia regularmente para estudiar la Biblia, y finalmente Helen y sus dos hijos mayores decidieron bautizarse. El pastor Schantz dijo que había sido muy especial la experiencia de bautizar a tres personas gracias a la obra realizada treinta y seis años antes.
Puedes leer esta historia y muchas más, y recordar que, con tu vida dedicada a Dios, puedes llevar muchos frutos para la eternidad.
¿Conoces algún orfanato en el que puedas ayudar? ¿Hay algún hospital de quemados cerca de tu casa? En los procesos de inserción muchos niños están solos; en los procesos de rehabilitación muchos pacientes están solos. Puedes compartir con ellos este mensaje de esperanza también.