Domingo 10 de Octubre de 2021 | Matutina para Mujeres | Sin puentes, todos seríamos islas

Domingo 10 de Octubre de 2021 | Matutina para Mujeres | Sin puentes, todos seríamos islas

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Sin puentes, todos seríamos islas

“Sean humildes y amables; tengan paciencia y sopórtense unos a otros con amor” (Efe. 4:2).

Dios creó a las personas para que se relacionaran unas con otras. Es a través de esas relaciones con otros que encontramos cariño, pertenencia, y que descubrimos muchos de nuestros propios defectos de carácter. 

Pertenecer es un anhelo humano; sea cual fuere nuestra edad o nuestro sexo, siempre buscamos satisfacer nuestro anhelo de pertenencia. Todos ne­cesitamos sentirnos queridos. Por eso los saludos afectuosos y sinceros, los abrazos bien intencionados, las sonrisas auténticas y sencillas, y las palabras de aprobación sin fingimiento son tan vitales. Son nuestra manera de decirle a nuestro prójimo: “Aquí perteneces”; “Aquí eres apreciado”; “Eres uno más de nosotros, hermanos en Cristo Jesús”. Cuando Dios dijo “no es bue­no que el hombre esté solo: le haré ayuda idónea para él” (Gén. 2:18, RVR 95), se refería exactamente a lo que estamos hablando. 

Alguien expresó, y con toda razón: “Yo sé que existo porque tú me ves”. Tomamos conciencia de nuestra existencia al relacionarnos con los demás. Nos construimos a través de la relación que tenemos con otras personas, y ha­cemos lo mismo por ellos. El bebé, a través del contacto con su madre, en primera instancia, inicia el conocimiento y la construcción de sí mismo. Sin ella, le sería muy difícil sobrevivir. Por supuesto, también el padre es deter­minante en este sentido. Más adelante, ese bebé entra en contacto con otras per­sonas y se interrelaciona con ellas para sentir que existe y saber quién es, qué puede hacer, qué sabe, qué necesita y qué puede ofrecer a los demás. 

Los seres humanos nos construimos en sociedad, en el núcleo pequeño de la familia, en la iglesia, en el vecindario. Juntos, tendemos puentes de comuni­cación que nos permiten compartir ideas y afecto, a pesar de que en ocasiones no resulta fácil. Y todos salimos enriquecidos. Dios es el elemento amalga­mador cuando las relaciones se rompen y entramos en aislamiento emocional. 

Amiga, tendamos puentes de comunicación; construyámoslos con humil­dad, paciencia, tolerancia y simpatía. Dejemos de centrarnos en nosotras mismas y en nuestros deseos y acudir a Dios con humil­dad. Si tendemos un puente de amor con él, estaremos en condiciones de hacerlo también con los demás. 

Los niños necesitan cuidado; los adolescentes, comprensión; los jóvenes, dirección; los adultos, amistad; los ancianos, compañía. Seamos puentes que lleven a muchos al reino de los cielos.

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