Una película mala, muy mala
“Nuestro evangelio les llegó no solo con palabras, sino también con poder, es decir, con el Espíritu Santo y con profunda convicción” (1 Tes. 1:5, NVI).
Un día, tratando de elegir en la tienda de alquiler de videos una película que ambos pudiéramos disfrutar, Lisa y yo tuvimos una pequeña discusión sobre cierta película en particular. Yo le dije que todo sugería que era malísima, pero Lisa quería darle la oportunidad. En ese momento se acercó una mujer, que nos dijo: “A mi esposo le gustó mucho”. ¡Qué mentirosa! Apuesto que ella ni la vio. Si lo hubiera hecho, no habría intentado apoyar a mi esposa recomendándola, sino que nos habría instado a evitarla a toda costa. La película debió haber venido con una advertencia como la de las medicinas: “No conduzca mientras vea esta película. Induce al vómito. No la mire antes de tomar una prueba de aptitud académica”.
Era la película perfecta para mostrar en una clase de guiones cinematográficos sobre lo que no se debe hacer. No te voy a decir cómo se llama, para que no te sientas tentado a verla. Solo recuerda la película más aburrida que hayas visto y trata de imaginar una mucho, mucho peor. Disfrutarás más si comienzas a pincharte los ojos con las llaves de casa.
La película estaba protagonizada por actores famosos que han aparecido en películas verdaderamente exitosas, pero la única manera en que estos talentosos actores podrían haberla hecho un poco entretenida habría sido dejando de tomarla en serio. Cualquier escena podría haber hecho de ella una película cómica, pero los problemas que abordaba la película eran serios. Hasta que, de repente, el desenlace inesperado nos dejó tanto a Lisa como a mí mirando la pantalla, preguntándonos: “¿Será que los productores de esta película estaban borrachos?”
Efectos especiales patéticos, unos gemelos que ni siquiera tenían la misma edad, artículos de enciclopedia disfrazados de diálogo (cosas como [aunque esto no sale en la película]: “Oye, estaba leyendo que el queso azul se obtiene de vacas que comen hierba azul”) y personajes que actuaban impulsados por motivaciones ridículas.
Lo triste era que los problemas que la película toca son temas importantes de los que la mayoría de la gente es completamente ignorante. Pero tal como pasa con el evangelio: a la gente no le importa cuánto sabemos hasta que nosotros los hacemos sentir felices de habernos conocido.