La belleza de las formas
Todo lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón del hombre, sin que este alcance a comprender la obra hecha por Dios desde el principio hasta el fin. Eclesiastés 3:11.
El Guggenheim Bilbao Museoa es una obra del arquitecto canadiense Frank Gehry. Para algunos, es el edificio más bello del mundo. Es indudable que tiene un aspecto muy especial, con sus curvas e irregularidades y su superficie de titanio. Varía con la luz del sol y los volúmenes de las nubes, proporcionando colores y texturas diferentes. ¿Cuál es el secreto de esta belleza? Pues muy fácil, se emplea la biomimética. Eso quiere decir que imita la naturaleza.
En Zimbabue, en el East Centre de Harare, hay un edificio que se construyó imitando la estructura de un termitero y se mantiene frío de forma natural utilizando solo un 10 % de la energía de un edificio normal. Como diría Proverbios 6:6: “Mira la hormiga, observa sus caminos y sé sabio”.
Tenemos muchos ejemplos así: el bañador Fatskin FSII imita la piel de los tiburones para nadar más rápido, pantallas solares que siguen el patrón de las alas de las mariposas para ser más eficientes, pinturas que repelen el agua como la flor del loto, trenes de alta velocidad que copian el pico del martín pescador o recolectores de agua que imitan al escarabajo. Diseños muy especiales con algo en común: imitar lo ya creado. Y es que antes del Gugenheim Bilbao Museoa ya había sol y nubes que cambian de color y texturas constantemente. Y antes del East Centre de Harare ya había termiteros con un nivel de sotenibilidad muy alto. Y también antes estaban el tiburón, las mariposas, la flor de loto, el martín pescador y los escarabajos.
Dios es así. Lo hace todo eficiente y, a la vez, bello. No son simples formas sino belleza hecha rendimiento. Cuando contemplamos esas creaciones comprendemos que no son casuales, que hay Alguien detrás de tanta perfección. Es en ese momento cuando surge la certeza en nuestro corazón y afirmamos la fe. No tenemos las respuestas del cómo, pero sí del porqué. Lo hizo porque nos ama, porque quería que viviésemos en un mundo bello y útil, porque no le cuesta hacer un mundo a medida de aquellos a los que quiere.
Acercarnos a esos conceptos nos hace criaturas esperanzadas porque sabemos que Dios es mucho más que nosotros. Acercarnos a la naturaleza pone la eternidad, el último regalo de Dios, en nuestro corazón. Solo necesitas mirar una puesta de sol y exclamar: ¡Cuánto tiempo tendremos!