El nombre importa y mucho
«Moisés respondió: «Pero si voy y les digo a los israelitas: ‘Nuestro Dios, es decir, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me ha enviado alibertarlos’, seguramente van a decirme: ‘A ver, dinos cómo se llama’. Y entonces, ¿qué les voy a responder?»».
Éxodo 3:13, TLA
Nunca olvidaré el día que aprendí la importancia que tiene el nombre de una persona. Viajaba con mi mejor amigo. Nuestro país atravesaba una guerra, así que había mucha violencia en todas partes. En un recodo solitario de la carretera, el autobús que nos transportaba se detuvo bruscamente. Inmediatamente subieron hombres uniformados y armados hasta los dientes.
—¡Todo el mundo abajo! —gritó uno de ellos—. ¡Documento en mano! —fue la siguiente orden.
Nos colocaron en fila y de inmediato otros uniformados iniciaron el proceso de revisión de los documentos. Quienes pasaban la «prueba» eran regresados al autobús.
Todos regresaron, excepto yo. Se llevaron mi documento para una revisión más rigurosa. El uniformado a mi lado me dijo:
—Muchacho, estás en serios problemas, tu nombre aparece en la lista negra.
Con eso se refería a la lista de personas buscadas por el Gobierno. Le ordenaron al conductor del autobús que se marchara, así que echó a andar el motor. Mi amigo bajó corriendo y preguntó:
—¿Qué pasa con él? No me puedo ir si no va conmigo.
—¡Cállese y súbase! —le gritó uno de aquellos hombres.
El vehículo comenzó a andar y a través de las ventanillas pude ver la angustia y la tristeza de mi amigo. De repente, otro uniformado llegó corriendo y gritó:
—¡Está limpio!, ¡esta limpio!, mi comandante ordena que lo dejen ir.
Llegó al lado de la persona que me custodiaba, le mostró algo en la pantalla del aparato satelital, verificó con mi cédula y mirándome a los ojos dijo:
—Jovencito, tienes que darle gracias a tus padres por haberte puesto un segundo nombre. La persona que estamos buscando tiene tu primer nombre y tus dos apellidos, la única diferencia es que él no tiene segundo nombre.
El nombre es importante, nunca lo he dudado. Por eso, cuando Dios le encargó a Moisés la misión de liberar a su pueblo de Egipto, este le pidió un nombre para identificarlo ante ellos.
Mañana veremos el nombre personal de @Dios, pero hoy, saber que el Señor tiene un nombre propio me dice que él es real, es un Dios personal con quien puedo relacionarme individualmente y eso me llena de confianza. Los nombres importan, ¡y el de Dios más!
Gracias aquellos que hacen por compartir con nosotros este hermoso documento tan valioso ,para mantener nuestra mente ocupada en la lectura de la biblia día a día. Muchas gracias y bendiciones.