Brazos fuertes
«Pero su arco se mantuvo firme, porque sus brazos son fuertes. ¡Gracias al Dios fuerte de Jacob, al Pastor y Roca de Israel!». Génesis 49: 24, NVI
Como maestra en un colegio ubicado al otro lado del golfo, tenía que viajar en lancha dos veces a la semana. Un viaje de ida el lunes y otro de regreso el viernes para pasar tiempo con su familia. Las condiciones climáticas en el Golfo de Urabá son impredecibles. Puedes tener un viaje tranquilo o, sencillamente, puedes vivir una pesadilla. Después de una semana alejada de su familia, soñaba con el encuentro y las actividades del sábado en la iglesia.
El viaje por el río Atrato fue tranquilo, pero cuando atardecía, entraron en las aguas del golfo y todo cambió: había olas altísimas que llevaban la embarcación hasta lo más alto y después la dejaban caer estrepitosamente. En cada salto todo salía volando. Personas y cosas por igual eran arrojadas por los aires para luego caer violentamente al agua. Ella miró hacia todos lados y vio que cada uno trataba de salvarse.
No sabía nadar, esa era la parte más dura. Volvió a pensar en su madre. Era hija única, y la madre siempre le contó que ella era un regalo de Dios que le fue concedido como respuesta a sus oraciones. Entonces se llenó de valor y comenzó a orar: «Mi madre oró mucho por mí, y tú me permitiste nacer como un regalo para ella. Por favor, no me dejes morir aquí, no chasquees a mi madre». Inmediatamente sintió unos brazos fuertes que la tomaron de la cintura y, sin decir ninguna palabra, la comenzaron a llevar hasta la orilla. Ya estaba oscureciendo cuando llegaron al puerto en Turbo. La persona la sacó a la superficie y la puso a salvo de las aguas agitadas. Cuando dieron el reporte, todos estaban a salvo porque habían nadado hasta la orilla o se habían aferrado a algunos de los objetos flotantes hasta ser rescatados. Solo una persona parecía haberse ahogado porque no sabía nadar. Pero cuando todos supieron que ella estaba a salvo porque una persona fuerte, con rasgos diferentes a los pobladores, la había sacado hasta el mismo puerto, no podían creerlo, y atribuyeron el milagro a Dios o a un ángel.
¿Sabes? No tienes que estar a punto de perecer en el mar para sentir unos brazos fuertes que te rodeen y te pongan a salvo. @Dios está contigo hoy y te invita a enfrentar la vida sin miedo y sin dudas, pues sus brazos te rodean.