Tiempo de prórroga
Entonces volvió Ezequías su rostro a la pared e hizo oración a Jehová. Isaías 38:2.
Era el año 14 del reinado de Ezequías y una terrible y fulminante enfermedad se ensañó con él. Eran, además, momentos complicados con el ejército asirio, que los rodeaba. Y el buen rey recurrió a Aquel que todo lo puede. Volvió su rostro hacia la pared, oró y lloró. Recordó al Señor su fidelidad y le rogó por más tiempo, por una prórroga. Dios se la concedió de forma generosa, y reinó quince años más. Es curioso que le permitió vivir el mismo tiempo de su trayectoria anterior y un año más.
¿Era legítima la petición de Ezequías? Era legítima, no fuimos diseñados para morir. ¿Era lo mejor? No lo sé, en los quince años siguientes Ezequías cometió errores que empañaron su gestión. Quizás hubiese sido más favorable para el pueblo que no hubiera vivido tanto. Al día de hoy no tenemos los datos como para enjuiciar el resultado, lo cierto es que Ezequías acudió a quien tenía que acudir y Dios sabe leer nuestros anhelos como nadie.
¿Por qué algunos tienen un tiempo de prórroga y otros no? Tampoco lo sé. Sí que sé que los que son bendecidos con otra oportunidad tienen un compromiso con la vida y con otras vidas. Sé que la gracia del milagro reside en que sea Gracia para otros, que los ayude a creer y a crecer.
Mi madre tuvo una extraña enfermedad de la médula que debiera haberla imposibilitado para moverse. Ella pidió ayuda a Dios porque sus hijos eran pequeños y la necesitaban. Y, cosas del Señor, comenzó a andar y a vivir por los suyos. Los médicos nunca hubieran apostado por esa posibilidad pero, en esta ocasión, no acertaron. Cuando observo su trayectoria, dedicada a los demás, entiendo que la prórroga de Dios fue muy buena para nosotros. Y tengo fe en las maravillas del Señor aunque no siempre las entienda ni sepa cómo funcionan. Tampoco sé explicar la atracción de los objetos celestes por la materia oscura, y disfruto de una luna llena. Sé que un día mi fe y mi comprensión irán de la mano. Por ahora confío en aquel que me genera fe.
¿Debes orar por tu vida? Por supuesto, sería antinatural que no lo hicieras. Sin embargo, creo que, estemos en un trance o no, es más importante que oremos para que el Señor nos permita mejorar vidas, amar a muchos, sentir el milagro de su presencia en cada prórroga de nuestras existencias. Oremos mucho. Oremos a lo grande. Oremos con fe. Oremos y lloremos. Oremos y riamos. Sea como sea, oremos.