“¡Si hubieran escuchado!”
“Por eso, Cristo es mediador de un nuevo pacto, para que, interviniendo muerte para la remisión de los pecados cometidos bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna” (Hebreos 9:15).
La Biblia del predicador (preparada por la ACES) presenta el resumen que Pablo hace entre el Pacto antiguo y el nuevo. Así, señala las insuficiencias del primero porque es simbólico, terrenal y temporario.
En contraste, destaca la suficiencia del Nuevo Pacto porque es completo, con Cristo presente. No es simbólico, sino real y encarnado, como Sumo Sacerdote de los bienes venideros. No es terrenal, sino celestial, ya que no fue hecho de manos. No es establecido con sangre ajena, sino con la propia. No solo tiene la capacidad de purificar la carne, sino también la conciencia, otorgando acceso a las inmerecidas bendiciones del Pacto.
Los pactos en la antigüedad incluían una cláusula de castigo con derramamiento de sangre para su transgresor. La muerte de Cristo, en sustitución del pactante infractor, redime de la muerte al pecador arrepentido e inaugura el segundo Pacto.
Posiblemente conozcas algo de Li Wenliang, un médico oftalmólogo del Hospital Central de Wuhan, quien fue el primero en advertir sobre la COVID-19, que tantas consecuencias dolorosas trajo y trae a toda la humanidad.
En diciembre de 2019, después de atender a pacientes con síntomas respiratorios agudos, concluyó que se trataba de una versión más agresiva de un virus que ya había matado a más de setecientas personas al inicio de este milenio. Pocas semanas después, Li comenzó a toser y a tener fiebre. Fue internado. Desde su cama del hospital, compartió por las redes sociales sus últimas palabras: “Si hubieran escuchado mi mensaje y compartido la información, habría sido mucho mejor”. Li murió el 7 de febrero de 2020, dejando a su esposa embarazada y a su hijito de 5 años. Tenía 34 años.
Esta es la impactante historia de un oftalmólogo que vio el peligro que nadie percibió e intentó salvar a las personas, cuando todavía había esperanza de detener el brote. Las autoridades chinas reconocieron su descubrimiento y lo consideraron un héroe que murió para abrir los ojos del mundo hacia aquello que estaba por venir.
Desde el Santuario celestial, Cristo, quien ocupó en la Cruz nuestro lugar como transgresores, nos ofrece sus servicios como Mediador. Él ve lo que nadie ve: la destrucción de los infectados por el virus del pecado, como la restauración y la vida de los que se someten al tratamiento.
¡Es urgente escuchar su voz y compartir la información!