La cura para el rechazo
«Aunque mi padre y mi madre me abandonen, tú, Señor, te harás cargo de mí». Salmo 27: 10
El rechazo es una de las peores actitudes que como seres humanos tenemos que soportar. Los amigos, los compañeros de trabajo, la familia, entre otros, pueden hacernos sentir rechazados, provocando sensaciones negativas con las que a menudo resulta difícil lidiar. Guy Winch ha identificado seis consecuencias que comúnmente experimentan las personas cuando se enfrentan al rechazo: (1) El rechazo activa las mismas zonas del cerebro que se ponen en funcionamiento cuando experimentamos dolor físico, pero (2) el dolor del rechazo permanece por más tiempo que el dolor físico debido a que la memoria es capaz de recordar a la perfección el sufrimiento que experimentamos en el pasado al ser despreciados y repetir el trauma si no sabemos manejar el recuerdo. (3) El rechazo pone en riesgo nuestra sensación de pertenecer, (4) fomenta la ira y la agresividad, (5) destruye la autoestima, y (6) hace descender temporalmente el coeficiente intelectual.
Frente a un enemigo como el rechazo, ¿qué podemos hacer? El versículo de hoy nos dice que todos pueden rechazarnos, incluso nuestra madre, aunque sea difícil de comprender. Pero hay Uno que nunca nos rechazará, al contrario, cuando todos nos abandonen él se ofrece para hacerse cargo de nosotros. Me refiero por supuesto a Dios.
Luna es un ejemplo de cómo Dios se hace cargo incluso de los más rechazados. Nació de la relación entre una mujer que vivía en las calles y un hombre en proceso de rehabilitación de las drogas. El padre la ofreció a cada uno de sus familiares, pero ellos pensaron que era un riesgo tener una bebé en esas condiciones y le ordenaron entregarla al Instituto de Bienestar Familiar para que le encontraran un hogar, pero Dios tenía planes mejores para Luna.
Providencialmente el día en que pensaba entregarla, el padre se encontró con una dama que se ofreció a adoptarla. Aquella dama era adventista. Hoy Luna tiene seis años y asiste al colegio adventista de su zona. Luna es la niña consentida en la Iglesia Adventista de Ama.
Cuando la conocí, me dijo con orgullo:
—Soy adventista del séptimo día porque Dios usó la iglesia para proveerme de un hogar.
¿Lo ves? Si en este momento estás experimentando algún tipo de rechazo recuerda que Dios siempre tiene los brazos abiertos para ti. Él te acepta como eres, suplirá tus necesidades emocionales y llenará tus vacíos. Solo dale un espacio en tu corazón. @Dios te dice: «Yo pensé en Luna y también pienso en ti».