Él sana la rebelión
«Dice el Señor: “Voy a curarlos de su rebeldía; voy a amarlos aunque no lo merezcan”». Oseas 14: 4
El especialista en crecimiento de iglesia Donald McGavran introdujo el concepto «movimiento de pueblo» para referirse a la conversión de la mayoría de los habitantes de un pueblo o ciudad al cristianismo. Almolonga, una pequeña ciudad guatemalteca en el departamento de Quetzaltenango (en el suroeste del país), es un ejemplo moderno de lo que es un «movimiento de pueblo».
Almolonga era un lugar invadido por el temor, el adulterio, la pobreza y la idolatría. Su característica principal era el letargo inducido por el alcohol, fruto de servir a un ídolo llamado Maximón. Este ídolo perverso estaba asociado con los vicios de fumar, tomar licor y la inmoralidad. Había cuatro cárceles en esta ciudad. El jefe de la policía dice: «Nosotros metíamos en la cárcel un promedio de veinte a treinta personas al mes. Pero aquellas cuatro cárceles no eran suficientes para acomodar a los prisioneros». Había más de cuarenta bares y, como consecuencia, la mayor parte de los hombres eran alcohólicos, y sus hogares estaban destruidos. Era muy común que los hombres les pegaran a sus esposas, algunas veces con palos e incluso en la vía pública.
Pero en Almolonga se cumplió al pie de la letra lo que dice el texto bíblico de hoy. El llamado que Dios le hizo a un humilde hombre permitió que el pueblo experimentara la liberación por el poder de Jesucristo, reportándose que el 90% de los 18.000 habitantes rindieran sus vidas a Cristo. Ahora las cosas son diferentes, la delincuencia prácticamente se ha erradicado, la gente ha cambiado de actitud, la última cárcel fue cerrada hace ya unos años y convertida en un «Salón de honores», donde se celebran bodas y recepciones para los eventos de la comunidad. Sumado al descenso de la criminalidad, se pueden ver también grandes cambios sociales, como la ausencia de prostitutas y el número de bares convertidos en pequeñas tiendas con nombres nuevos como: «La pequeña Jerusalén», y «Jehová Jireh».
Almolonga es hoy un milagro del poder restaurador de Dios. Pero no solo Almolonga, sino también tu ciudad y tu familia pueden convertirse hoy en ejemplos del milagro que Dios puede obrar cuando le abrimos la puerta de nuestro corazón. Hoy, el mensaje de @Dios para ti es: «¿Deseas cambiar el mundo? Déjame cambiar tu vida y, por medio de ti, cambiaré el mundo para mejor».