Domingo 19 de Junio de 2022 | Matutina para Adolescentes | “¡Arriba, bateador!”

“¡Arriba, bateador!”

“Sabemos que la ley es buena, si se aplicacomo es debido” (1 Timoteo 1:8, NVI).

Durante décadas, el béisbol fue llamado el deporte favorito de los Estados Unidos y, junto con los hot dogs y la tarta de manzana, terminó siendo uno de los símbolos no oficiales del país. El béisbol llegó a significar un tiempo de relajación con la familia en el campo de béisbol en un caluroso día de verano. Como dice la famosa canción: “Llévame al partido de béisbol, llévame con la multitud. Cómprame unos cacahuetes y unas galletas, no me importa si nunca vuelvo. Déjame alentar, alentar, alentar al equipo local; si no ganan es una pena.

Por sus uno, dos, tres strikes, estás fuera, en el viejo juego de béisbol” (Take Me Out to the Ball Game, Norworth y von Tilzer, 1908).

A todos los niños de Estados Unidos les sigue gustando jugar al béisbol. No es el pasatiempo favorito como solía serlo, pero sigue siendo popular, sobre todo entre las ligas menores. Las ligas de iglesia y las ligas de verano son una forma divertida en que los adultos también pueden disfrutar del juego. No hay nada como un buen partido de béisbol para unir a un grupo.

El primer partido de béisbol como deporte oficial se jugó el 19 de junio de 1846 en Nueva York. El New York Nine, un equipo informal de jugadores de fin de semana, derrotó a los New York Knickerbockers. ¿El resultado? Veintiuno a cuatro en cuatro entradas. El árbitro fue Alex Cartwright, quien escribió el primer conjunto de reglas formales para el béisbol. También trazó el campo en forma de diamante y estableció las nueve posiciones de juego: lanzador; receptor; primera, segunda y tercera base; campocorto; y tres jardineros.

En un partido de béisbol, hay un hombre que manda. Es el árbitro. Él toma las decisiones sobre qué es un strike y qué no es. Él decide quién está fuera y quién no. Es el que grita: “¡Salvado!” o “¡Estás afuera!” Él interpreta las reglas del juego y tiene la última palabra. Dios es algo así. Él estableció las reglas, como lo hizo el primer árbitro, Alex Cartwright; y si lo amamos, viviremos según esas normas. Dios no estableció sus reglas para echarnos fuera, sino para bendecirnos con una vida feliz y significativa. Como dice el conocido salmo:

“Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal” (Sal. 19:8, 10, NVI). La Ley de Dios es como el béisbol. Si amamos su Ley y nos apegamos a las reglas, viviremos un gran juego.

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