Pacientemente
“Después de esto, David le preguntó al Señor: —¿Debo regresar a alguna de las ciudades de Judá?” (2 Sam. 2:1, NTV).
Cuando Saúl murió, David no empacó sus maletas inmediatamente para regresar a Israel y reclamar el trono. En aquel momento, David estaba viviendo entre los filisteos. Él había huido para proteger su vida, porque Saúl lo perseguía implacablemente. Habían pasado entre quince y veinte años desde que Samuel lo ungiese como el próximo rey de Israel. Sin embargo, cuando Saúl finalmente murió, David no salió corriendo a Jerusalén. David no fue a comprar túnicas nuevas, ni se probó coronas para ver cuál le quedaba mejor. ¿Qué hizo David?
Le preguntó al Señor: “¿Debo regresar a alguna de las ciudades de Judá?” (2 Sam. 2:1, NTV). ¡Impresionante! David no solo confiaba plenamente en el plan de Dios, sino también en los tiempos de Dios. Él no había elegido ser rey; Dios lo había elegido a él. ¡David no sentía ninguna necesidad de forzar o manipular la situación! Dios le dijo que volviera a Hebrón y allí fue coronado rey, pero solo de la tribu de Judá. Is-boset fue proclamado rey de las demás tribus. ¿Puedes imaginar eso? Después de esperar cerca de veinte años, recibes un “premio consuelo”, una pequeña tribu que gobernar.
Is-boset no era “el ungido de Jehová” como Saúl lo había sido. David podría haber racionalizado la situación. Sin embargo, una vez más, David no forzó las cosas. Is-boset reinó por dos años. Durante ese tiempo, hubo una larga guerra entre la casa de Saúl y la casa de David. La dinastía de Saúl se fue debilitando, paulatinamente, con cada batalla. Finalmente, Is-boset fue asesinado por dos capitanes de su propio destacamento.
Tener fe en Dios implica que confiamos en sus tiempos. Implica confiar en el proceso. No desesperarnos, no manipulamos, no empujamos. Llegar demasiado rápido puede ser perjudicial. Es peligroso llegar al trono (o a cualquier situación de liderazgo y poder) sin un carácter debidamente desarrollado. En It’s Not Supposed to Be This Way [No debería ser así], la escritora cristiana Lysa TerKeurst reflexiona: “Confiar en Dios es confiar en su tiempo. Confiar en Dios es confiar en su camino. Dios me ama demasiado como para responder a mis oraciones en cualquier otro momento que no sea el correcto y de cualquier otra manera que no sea la correcta”. ¡No desesperes! Ten paciencia, como David. Los tiempos de Dios son perfectos.
Señor, quiero confiar no solo en tus planes, sino también en tus tiempos. Si tú deseas darme algo, ¿quién podrá detenerte? Ayúdame a vivir con humildad y fidelidad. A su debido tiempo, todo lo que has planeado para mí se volverá una realidad.
Amén, si me quieres dar algo, nadie podrá detenerte, me lo darás cuando sea el momento, no debo desesperar, sino confiar en el proceso y tiempo correcto Amén