83.000 escáneres de cerebro
“No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” (Rom. 12:2, NVI).
En una charla TED escuché a un especialista en Diagnóstico por imágenes y Psiquiatría hablar acerca de los descubrimientos que hizo gracias a una moderna técnica. Se trata de la tomografía SPECT, un estudio médico nuclear que analiza la actividad, el funcionamiento y el flujo sanguíneo del cerebro.
El doctor Daniel Amen, junto a sus colegas, formaron la base de datos de miles de pacientes de 93 países para analizar sus casos, relacionarlos y proveer tratamientos más efectivos y personalizados. Este estudio demuestra cuándo en el cerebro hay “buena, poca, o mucha” actividad. Gracias a sus detallados informes, el especialista cuenta con muchísima más información a la hora de medicar o tratar a sus pacientes, algo que de otra forma haría con un margen mayor de riesgo.
Lo que sorprendió a este médico y lo motivó a dedicar sus esfuerzos, fue ver cómo la detección temprana de algunos problemas ayudaba a brindar un correcto tratamiento a un paciente, y cómo las vidas de las generaciones que los rodeaban y las que vendrían podían verse afectadas por el comportamiento de esta sola persona.
Sin entrar en mucho debate sobre los actuales tratamientos o terapias a nivel médico o social, y sin entrar en más detalles respecto a las formas de castigo aplicadas por la sociedad, resulta evidente que las consecuencias del pecado son devastadoras y crueles en todos los niveles, pero que también cada individuo puede recibir un abordaje específico según su necesidad y aspirar, aunque sea, a cierto grado de rehabilitación cerebral.
¿Qué diría ese estudio si nos lo hicieran a nosotros?
Sea cual fuere el grado de gravedad en el que estamos, los traumas, golpes o inicios tempranos de enfermedades desconocidas que vivamos, las buenas noticias son que cada día podemos permitirle al mejor radiólogo y psiquiatra del mundo que nos evalúe y ayude. Él sabe mejor que nadie cuánta influencia pueden tener nuestras acciones, no solo en nosotros, sino en muchas generaciones. Él puede renovar nuestra mente y hacernos conocer su voluntad hoy.
“Reconoce, por tanto, que el Señor tu Dios es el Dios verdadero, el Dios fiel, que cumple su pacto generación tras generación, y muestra su fiel amor a quienes lo aman y obedecen sus mandamientos” (Deut. 7:9, NVI).