Una conciencia culpable
Al ver los hermanos que eran llevados a la casa de José, les dio miedo y dijeron: “Nos han traído aquí por el dinero que antes fue devuelto en nuestros sacos. Nos han tendido una trampa. Nos atacarán y nos harán sus esclavos, junto con nuestros asnos”. Génesis 43:18, RVC.
Los hermanos de José estaban frente al gobernador de Egipto. José, hablando en egipcio, ordenó que llevaran al grupo de varones israelitas a su palacio real y prepararan un banquete para ellos. Siendo que no entendían el idioma, y con su culpa a cuestas, lo interpretaron como una trampa, tanto lo del dinero devuelto como la extraña invitación. Cuando estos varones regresaron a Egipto, su padre los había exhortado a llevar una doble cantidad de dinero para restituir el dinero devuelto en sus sacos. La integridad en todos los aspectos de la vida debería ser una señal distintiva del verdadero seguidor de Jesús.
José, el gobernador, los invitó a cenar, pero sus hermanos lo interpretaron como una amenaza. El crimen cometido contra su hermano José los llevaba a interpretar cada situación como un castigo, aunque fuese una bendición. Habían vendido a José como esclavo a una caravana de mercaderes en el desierto y suponían que recibirían el mismo castigo.
Sorpresas de la vida: José, a quien ellos habían vendido hacía veinte años, era ahora libre y señor de Egipto, mientras que ellos, desde el ultraje cometido a su hermano, habían dejado de ser seres libres para convertirse en esclavos de sus miedos. Revisa tus miedos: ¿Temes que algún acto pasado hecho a otros se te devuelva?
El miedo producto de una conciencia culpable hace interpretar cada acontecimiento a la sombra del pasado. Si te sientes responsable de una mala conducta, no permitas que el enemigo siga jugando con tu mente; el autocastigo no ha logrado liberarte de la culpa. Con humildad confiesa hoy tu pecado y experimenta la realidad de la invitación divina: “El Señor dice: ‘Vengan ahora, y pongamos las cosas en claro. Si sus pecados son como la grana, se pondrán blancos como la nieve. Si son rojos como el carmesí, se pondrán blancos como la lana’ ” (Isa. 1:18, RVC).
“Cuando el pecado lucha por dominar en el corazón, cuando la culpa oprime al alma y carga la conciencia, cuando la incredulidad anubla la mente, recuerden que la gracia de Cristo basta para vencer al pecado y desvanecer las tinieblas. Al entrar en comunión con el Salvador entramos en la región de la paz” (MC, p. 193).
Disfruta hoy el resultado de la gracia divina por cada pecado confesado.
El PECADO cometido nos llevaba a interpretar cada situación como un castigo.
La CULPA ciega nuestra razón y hace creer que no alcanzaremos el PERDÓN! Nos volvemos AGRESIVOS, estamos a la defensiva con TODO AQUELLO que nos parezca recordar NUESTRO PECADO OCULTO.
Amén