«Cuando al Señor le agrada la conducta de un hombre, hasta a sus enemigos los pone en paz con él». Proverbios 16: 7
Todos en el barrio estaban consternados. No podían entender a quién se le había ocurrido abrir una casa de citas en una zona residencial. Se hacía difícil soportar la música, las borracheras, las peleas, las risas y los escándalos. Solo las empleadas parecían felices, con sus caras pintadas de mil colores, sus diminutos vestidos y adornadas con toda clase de joyas. Cuando tomaban alcohol, aquellas mujeres se ufanaban de haberse acostado con todos los hombres del barrio. Pero ellas sabían que no eran todos los hombres. Sabían que había uno que ni siquiera las miraba. Cuando la dueña del establecimiento escuchó a sus empleadas hablar maravillas del vecino de enfrente, decidió observarlo detenidamente. Al espiarlo, descubrió que la vecina tenía algo que ella nunca había recibido: amor, amor verdadero y puro. Por eso, sintió envidia y decidió robarse ese amor usando todos los medios necesarios para lograrlo.
Un día, Ana, fiel cristiana al igual que su esposo, encontró una nota debajo de su puerta: «Tu hombre me pertenece, desaparece, bruja maldita». El incidente se convirtió en un hábito. Las mujeres del bar, instruidas por su jefa, la insultaban. Colocaban la música a todo volumen y dirigían los altavoces hacia su casa día y noche. Le armaban escándalos y le gritaban que su marido había estado con ellas. Finalmente, la salud de Ana sucumbió. Su esposo pidió ayuda a su iglesia y, juntos, comenzaron a orar y ayunar.
Una noche, en medio de una trifulca, la dueña del bar fue alcanzada por un disparo. Nadie quiso ayudarla, solo Ana y su esposo decidieron llevarla al hospital. Oraron con ella antes de entrar al quirófano y la cuidaron mientras estuvo hospitalizada. Cuando le dieron el alta, la llevaron a su propia casa y la cuidaron hasta recuperarse. Un día, aquella dura mujer rogó que la perdonaran por todo lo que había hecho contra ellos. Durante la convalecencia, Ana estudió la Biblia con ella, y aquella mujer aceptó a Jesús como su Salvador personal. Cuando se recuperó cerró el bar y fue bautizada.
Como bien dice el sabio en el texto de hoy: cuando Dios se agrada de nuestra conducta, la paz es el resultado, incluso con los enemigos. Hoy @Dios te invita: «¿Hay algún adversario que hace tu existencia más difícil? No te preocupes, solo ten fe y sigue viviendo para mí».