Domingo 24 de Abril de 2022 | Matutina para Mujeres | Cuando soy débil, entonces soy fuerte

Domingo 24 de Abril de 2022 | Matutina para Mujeres | Cuando soy débil, entonces soy fuerte

Cuando soy débil, entonces soy fuerte

“Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados” (Isa. 53:5, NVI).

Gracias a sus heridas fuimos sanadas. Este principio también se aplica a nuestras vidas y a nuestro pasado. Dios puede usar nuestras heridas como avenidas para sanar a otros.

El regalo más precioso que podemos darle al mundo no son nuestros talentos, sino nuestras debilidades. Paradójicamente, nuestro servicio más efectivo no fluye desde nuestras fortalezas, sino desde nuestras lágrimas (1 Cor. 1:25-29). No es que Dios no pueda usar nuestros talentos; por supuesto que los usa. Pero allí donde lloramos y sangramos, el suelo del alma se riega, se ablanda y se vuelve más fértil.

Las heridas que escondemos y negamos se infectan y contaminan nuestro ministerio con motivaciones egoístas. Pero las heridas que aceptamos y entregamos a Jesús son transformadas. Exactamente allí donde la vida te lastimó, puede fluir un río de sanidad para otros. La misma hedionda basura del pasado que tú intentas ocultar, es la que Dios quiere transformar en fertilizante. Donde está tu cruz, allí está tu ministerio.

Conozco una mujer que fue abusada por su padrastro y hoy se dedica a rescatar víctimas y enseñarles acerca del perdón. Otra mujer, que nunca se sintió amada por sus padres, hoy ha rescatado a más de treinta huérfanos de las calles de la India. Conozco a una mujer, con una madre ausente emocionalmente, que me mostró cómo entender y comunicar mis emociones.

Todas estas mujeres trajeron a los pies de Jesús una costosa ofrenda: su autenticidad. Trajeron sus heridas, con valor y humildad. Trajeron cenizas, sueños rotos y lágrimas. Jesús, tomando esta ofrenda de panes y peces emocionales, alimentó a una multitud. ¡Nunca dudes en traer tus heridas a Jesús!

Nuestras cicatrices no nos descalifican para servir a otros. Son credenciales del poder sanador de Dios.

Jesús, por favor, dame la valentía emocional para ser auténtica contigo, conmigo misma y con los demás. Te entrego todo lo que soy y lo que tengo, incluido mi pasado y mis heridas. ¡Creo que puedes sanarme! Creo que puedes convertir mis heridas en avenidas para servir a los demás.

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Elizabeth Gómez Flores

    Dios me permite ver el para que de este dolor tan grande.

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