El abrazo rescatador
“Jesús recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas nuevas del reino, y sanando toda enfermedad y dolencia entre la gente” (Mateo 4:23).
Quiero compartir contigo la historia de un par de gemelas, Brielle y Kyrie Jackson, que nacieron prematuras a los seis meses de gestación hace varios años. Ninguna de ellas alcanzó el kilogramo en peso y, después de unos días de haber nacido, la pequeña Brielle comenzó a tener problemas respiratorios, su nivel de oxígeno en la sangre era bajo y no ganaba peso. Luego de unos días, la bebé estaba a punto de morir. Sus pequeños brazos y piernas se volvieron azules, mientras se ahogaba al respirar.
A la enfermera encargada de cuidarla se le ocurrió juntar a las hermanitas en la misma incubadora. Pidió permiso, y aunque fue un poco difícil el proceso de la autorización, los médicos accedieron. Un rato después de ser puestas una al lado de la otra, Kyrie puso su brazo encima de su hermanita enferma. Muy pronto, el corazón de la pequeña Brielle comenzó a estabilizarse, su presión sanguínea se normalizó, y también mejoró su temperatura. Ella comenzó a sanar poco a poco. Actualmente estas hermanas son adultas totalmente sanas. En Internet puedes ver la foto de ellas abrazadas en la incubadora. Búscala con el nombre de “el abrazo rescatador”.
¿Tienes hermanos o hermanas? ¿Cómo eres con él, ella o ellos? ¿Sale bondad de tu corazón, paciencia, ternura? Esta historia muestra cómo una hermanita salvó la vida de su gemela al transmitirle calor y amor. Es importante que sepas a tu tierna edad que con nuestros actos y palabras podemos destruir o fortalecer la autoestima de los demás.
Cuando Jesús estuvo en esta Tierra solo se dedicó a hacer el bien. “Había aldeas enteras donde no se oía un gemido de dolor en casa alguna, porque él había pasado por ellas y sanado a todos sus enfermos. […] En cada acto de su vida revelaba amor, misericordia y compasión […]. Nunca fue áspero, nunca habló una palabra severa innecesariamente, nunca produjo a un corazón sensible una pena innecesaria” (CC 9, 10).
Si imitamos a Jesús, siempre estaremos dando “abrazos rescatadores” con nuestros actos y palabras. Quizá no sepamos el alcance de esto aquí en la Tierra; pero lo más probable es que en el cielo te encuentres con bellas sorpresas al ver los resultados de tu bondad y amor por otros.
Nina