Perder tanto por tan poco
“Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6:24).
Un niño estaba jugando en una esquina del centro de una ciudad en la India. Repentinamente, un auto fuera de control atropelló al niño y lo dejó herido e inconsciente. En ese preciso momento iba pasando un oficial del Gobierno en su auto y fue testigo del accidente. Pidió a su chofer que detuviese el auto, recogió al niño y lo llevó apresuradamente al hospital más cercano.
Este amable oficial intentó buscar a la familia del niño, pero al investigar supo que era huérfano y vivía en las calles. Así que se ocupó de los gastos del hospital y lo fue a visitar cada día junto a su esposa hasta que se recuperó. Luego, el matrimonio decidió llevarlo a su hogar y adoptarlo como hijo porque lo amaron. Cuando ya estaba totalmente sano, comenzó a ir a un muy buen colegio. Todo iba bien hasta que cierto día su madre le dio dinero para que tuviera para sus gastos. Fue un dólar y 25 centavos. El muchacho salió de casa con los ojos brillantes, ¡estaba impresionado porque nunca había tenido tal cantidad de dinero en sus manos! “¡Una gran fortuna!”, pensó.
Tristemente, tomó la torpe decisión de no volver a casa y se alejó corriendo, con rumbo desconocido. Su padre no pudo ubicarlo nuevamente. El oficial y su esposa ya tenían hijos grandes, todos profesionales. Eran ricos y habían decidido educar a su “nuevo hijo” no solo dándole una familia, sino también educación, y parte de su herencia. Pero el niño lo echó todo a perder por tan solo un dólar con 25 centavos. Él fue desleal a sus padres; los cambió por un poco de dinero.
¿Qué es la lealtad? La lealtad es una virtud que te hace cumplir con un compromiso incluso cuando las cosas no son como quisieras, o cuando han cambiado. Ser leal a alguien es ser agradecido y valorar todo lo que hacen por ti. Por ejemplo, los niños deberían ser leales a sus padres, la mayoría de ellos dan todo por sus hijos. También los amigos deben ser leales, nunca traicionarse o hablar mal unos de otros, ni menos abandonarlos porque aparece un amigo nuevo.
A Jesús también le debemos toda nuestra lealtad y compromiso porque él ha dado todo por nosotros. Su vida, primero, y todo lo que somos y hacemos es gracias a su misericordia e inmenso amor. ¡Sé leal siempre a él!
Nina